Centro Correccional de Halawa Hawái
Tara
La imponente instalación federal aparece a la distancia, he estado cientos de veces aquí como militar, pero es la primera y supongo que la última que la haré como reclusa.
El vehículo atraviesa el primer retén militar, las rejas se abren después de que entregan el papel, ignoró las miradas curiosas y disipó el dolor residual concentrándome en mis manos. Parece ser la única parte de mi cuerpo que no está adolorida.
Sabía bien que esto podría pasar en algún momento —Extiendo mis manos cuando abren la puerta— Aun siendo que era una posibilidad no deja de sentirse algo irónico ser tratada como una criminal.
Yo que he entregado mi vida a defender este puto pais. Si lo pienso bien todo esto tiene un lado cómico.
Es curioso que me esposen ahora, de haber querido huir, podría haberlos reducido en el vehículo y escapado en cualquier momento. Pero es justo aquí el lugar en el que pretendo estar. Forcejeó con uno de los militares para evitar que me ayude a bajar. No necesito su falsa empatía. Me escoltan de mala gana por los estrechos pasillos carcelarios.
Baldosas grises, paredes del mismo todo, cámara de seguridad en todas las esquinas y cada una de las puerta que cruzamos, no se abre una puerta sin que se cierre la anterior. Barrotes negros y guardias por todo el lugar.
Una vez Ellys me encontró no me vi de otra que contarle la verdad. toda la verdad sobre lo que había pasado. Pasamos horas hablando de lo que mal recordaba había pasado en esos días, y como ella había vivido esas mismas cosas desde otra perspectiva. Es bastante raro lo que tu cerebro decide recordar las cosas malas y tiende que pasar por alto los pequeños detalles de luz. Enfureció cuando le hablé de los cargos que Helen Stone había usado para pedirme decentemente que me marchara. Tuve que insistir demasiado para que entendiera que me marche bajo mis términos y no los suyos
La vi enojada por primera vez, muy al estilo que tenía mi padre, echaba chispas y soltaba maldiciones mientras parecía que le haría un agujero al suelo de mi habitación en Praga.
Toman mis huellas, confirman mi identidad y los delitos que se me acusan. Los soldados cuchichean entre ellos como si fueran críos de preparatoria.
—Desnúdese —Russek tira el mono gris sobre la mesa única que acompaña la enorme habitación a la cual me arrastran —La D. Louane pasará a hacerle una inspección.
Le cuesta ocultar la sonrisa burlona y a mí no quitársela a golpes. Se retira y hago lo que me pide con algo de dificultad. Mal examino mi desnudez, retiro las vendas, las heridas no se ven tan mal. Las costuras de punto inverso de Aron son inconfundibles. —Toco con delicadeza par de puntos en mi antebrazo. —Aron se enojara si se rompen.
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Cronos © (Dioses caídos)
ActionSegundo libro trilogía: Dioses Terrenales. "Y en la noche en la que cayeron los dioses un gran estruendo se escucho en los cielos, como si el Olimpo se revolcara en furia o mar Egeo sus aguas secara de desesperación, porque el día en que los dioses...