Parque infantil
Theodor Kreing.
Sujeto su manos con fuerza, cuando insiste en querer golpearme. Sigue siendo igual de hermosa, incluso más que antes, ahora tiene un aura de fiereza más firme.
—!Eres un maldito bastardo! —Gruñe con la mirada algo perdida, acercando suficiente su rostro al mío como sentir el aroma del tequila en su aliento.
Sus labios escuecen en un rojizo totalmente natural mientras la piel pálida de sus pómulos se sonroja por el alcohol en su sistema. Sus orbes carecen de todo brillo existente mientras me mira con odio.
—Cálmate, linda —la sostengo desde las muñecas evitando que me apunte directamente a la cara—, te has pasado copas Elly, no sabes lo que haces o dices. —Mantengo mi sonrisa, es agradable tenerla tan cerca. —te lastimaras.
La víctima de nuestro pequeño altercado es la enorme maceta de barro que se rompe ahora en miles de pedazos llenando el suelo de la tierra salpicada y esquirlas esparcidas en todas direcciones.
—Suéltame —Gruñe iracunda.
—Suelta el arma —Le digo cuando insiste en sostenerme la mirada.
—Muerte —Gruñe tensionando los dientes, no puedo evitar desviar la mirada de sus labios ahora tan cerca de los míos.
—¿Aún mezclas las pastillas con alcohol? —Pregunto— ¿Aún hablas con los muertos pequeña Elly?
Sus orbes me cuentan la verdad cuando se llenan de incertidumbre, una incertidumbre que justo ahora me viene de perlas. Esto no podría ser mejor.
— No solo tiraras tu carrera al drenaje ¿Insistes en desperdiciar tu vida?¿Es lo que Stone deja que hagas con tu vida? —La risa en resoplido se escapa de mis labios—. Has perdido todo el control, todo curso e incluso la lógica.
—¿Permitir...me? —Intenta interrumpirme arrastrando las palabras. —¿Controlarme? —Indaga totalmente indignada.
No deja de forcejear, aun así es fácil de someter esta demasiado alcoholizada.
—Te hace falta correa, guapa —Me aclaro.
Retengo su cuerpo cerca del mío cuando intenta empujarme para apartarse.
—Yo puedo ponértela.
—Fuiste tú... —Insiste con la voz algo temblorosa, sus pupilas se dilatan a su punto máximo, y de cierto modo me complace. —Fuiste tú —Repite ignorando por completo mis palabras.
La necesidad de confesarlo nace en mí cuando entiendo que está tan perdida entre el alcohol y los medicamentos que ciertamente no recordara nada de esto mañana, nada de lo que diga o haga podrá ser usado en mi contra, ha perdido toda credibilidad, a perdido no solo su voz, sino su existencia entera; lo ha perdido todo y decido complacerla con la verdad, igual no podrá recordarlo.
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Cronos © (Dioses caídos)
ActionSegundo libro trilogía: Dioses Terrenales. "Y en la noche en la que cayeron los dioses un gran estruendo se escucho en los cielos, como si el Olimpo se revolcara en furia o mar Egeo sus aguas secara de desesperación, porque el día en que los dioses...