22.[Me perteneces]

543 44 42
                                    


Dereck

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Dereck

—Formaros. —Demanda alguien mientras caminamos a la par de la fila.

—Pringaos... —Se ríe Luck sin detener nuestro caminar.

—Lein —Saludo con el puño cerrado al grandote que cuida la puerta.

—Jefe — Contesta mi saludo y saluda a los chicos con un "Soldados"

Levanta el cinto rojo de terciopelo para para dejarnos entrar y Aroon contesta las miradas furtivas de las el par de rubias que encabezan la fila para entrar.

—Déjalas pasar, pie grande —Le escuchó decir a Aron según nos requisan con escáneres para metales.

Se aseguran de que no llevamos armas. Entre los nuevos detalles del lugar la seguridad es el más impresionante. No permiten el ingreso de armas de ningún tipo a nadie, eso incluye clientes habituales.

Pasamos la cortina de cuentas que nos abre paso a la enorme pista de discoteca interior que tiene el Sons, recuerdo que cuando llegue creía que entrar era como cambiar de dimensión, a pesar de que a la las afueras del bar y sobre la playa todo es muy hawaiiano de la vieja escuela su interior tiene la capacidad de transportarte a otra dimensión.

La pista se llena de cuerpos danzantes en ropa veraniega e incluso bikinis, en uno de los lugares preferidos por los militares de la base y como no aquí suelen venir a exhibir sus cuerpo cuando las camisas veraniegas sin cerrar, aquí viene a cazar turistas desprevenidas en busca de seo casual.

Las pista se ve rodeada por las salas Vip con temática hawaiana en forma muy futurista, mesas de cristal negro le dan un toque elegante al típico techo de gresca que aunque fresco hace de el lugar acogedor y divertido.

La enorme barra Tiki se abre paso con esculturas de los antiguos dioses en la madera autóctona de la isla, sus bocas se iluminan con fuego genuino de yesca quemada. En otras palabras: El lugar es una puta pasada.

Este año el antiguo dueño del bar le cedió el lugar a su hija más joven y ella tomó lo que tenía de antes y lo trajo a la modernidad volviendo el lugar uno de los más cotizados de la zona.

Recorro el lugar con la mirada haciendo un plano general, buscando a mi mujer y cuando no la encuentro entre la multitud, camino a la barra y tras dejar mi tarjeta para los cargos pido un par de copas y una botella de tequila sin pensarlo demasiado.

—¿Y eso? —Pregunta Amelia al otro lado de la barra— No sueles beber nada de verdad, Comandante. ¿Festejamos algo esta noche?

—Hola Amelia —La saludo al mirarla sobre el hombro por un segundo.

Deja la botella, en medio de una sonrisa, para servir después las tres copas que le pedí. Hay demasiada gente —Analizó uno a uno los rostros y orbes que se me atraviesan— Busco a mi morena de orbes grises como el humo.

Cronos © (Dioses caídos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora