Forelsket || Jenlisa

16.- Conexiones (1)

Jennie Kim acomodo su espalda en el respaldo de aquel sofá, sus orbes cafeces observaban juzgando silenciosamente a la peli azul frente a ella. La joven artista tenía unas pequeñas bolsas negras descansando bajo sus ojos demostrando su poco sueño, su piel tenía un aspecto pálido y en ese momento la contraria pensaba que era como un pequeño gato desconfiado observando a su dueño.

—No puedo creer que lo hiciste. —dijo con irritación la coreana— Debiste haberme consultado. ¿Cómo pudiste tomar una decisión sin mí?

—Era nuestra mejor solución.

—Lo que sea, podrías haberme dicho algo antes de tomar una acción.

—Tú no hubieras aceptado. —exclamo con algo de enojo la joven.

—Obviamente no, ¡Es peligroso!

—Como sea, dile a esa persona que entre.

—Bueno querida artista Loca, te presento a nuestra alfil.

Jennie desvió su mirada gatuna analizando minuciosamente a la desconocida. Era una chica un poco más alta que ella, sus facciones le hacían saber que no era de corea, sus ojos grandes y labios finos hicieron que Kim desconfiara un poco. La joven sonrió con cinismo realizando un delicado movimiento con sus dedos desordenando su rubia cabellera.

—¿Alfil?

—Creo que es una pieza importante, y lo que necesitamos. ¿No dicen que el alfil es una pieza rápida? ¿Qué si tiene un camino claro puede tener una ventaja? —pregunto Handong mientras soltaba una pequeña risa.

—Si, por supuesto. —contesto sin más la artista.

—Y te puedes relajar. El alfil no salta sobre otras piezas, y sólo sigue la secuencia de cuadrados del mismo color. Nuestro color. —completó mirando de reojo a la chica— Yo soy el caballo y te conseguí un alfil.

—¿Confirmas eso?

—Efectivamente, se que aun no tengo su confianza, pero lo haré pronto. —informó Minatozaki ladeando su cabeza— Les ayudaré para derrocar al rey.

Minatozaki Sana era una joven proveniente de japón, su inteligencia era algo que pasaba desapercibido debido a su belleza y tosca actitud que la hacían ver como una simple chica presumida del montón, sin embargo, detrás de aquella careta una dulce y torpe chica con inteligencia admirable estaba.

—En unos días llegará una chica proveniente de Tailandia, bailarina destacada según los medios de dicho lugar. Tu deber es vigilarla desde la distancia, confió en que harás un trabajo discreto. —informó Handong dándole una carpeta a la japonesa— Cuando el momento llegué iremos a buscarte para explicarte lo demás Sana, solamente mantente con tu parte.

—No dudes de eso Cuervo.

[...]

Handong observo como el sol entraba por su habitación, su rostro dolía demasiado y podía sentir como su cuerpo palpitaba considerablemente. Un pequeño suspiro escapo de sus labios recargando su cabeza en la almohada y cerraba sus ojos agudizando sus sentidos. Las sabanas eran suaves y podía sentirse el calor que emanaba de estás, sus oídos notaban el crujir de la puerta siendo abierta y su nariz percibió el olor a canela combinada con hierbas.

—¿Cómo amaneces Cuervo del Ajedrez? —pregunto con suavidad Nayeon— Me encontré a tu pequeña japonesa al momento de ingresar.

—Tiene que atender su responsabilidad en la Universidad. —dijo sin más la joven— ¿No deberías hacer lo mismo?