Epílogo.

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El ronroneo de un felino puede decir una infinidad de cosas, sin embargo, nos centraremos en el ronronear cuando este se siente calmado y cómodo con una persona o lugar. Sin duda alguna sentirse cómodo con una persona es algo complicado, pues es totalmente difícil abrirse en su totalidad con otra persona y sobre todo que esa persona se vuelva en nuestra calma o lugar seguro.

Para Jennie Kim ronronear era su manera de demostrar satisfacción, comodidad y tranquilidad.

Sentir las delgadas manos de su novia rozar con su piel expuesta mientras el latido de su corazón era el intérprete de la melodía que la tranquilizaba, era una total fantasía que ella tenía la dicha de tener.

—De alguna forma, me siento completa contigo. —susurró Lisa— ¿Cómo te sientes?

—Me sentía bien hasta que abriste tu boca. —gruñó Jennie— Odio que hables...

La bailarina soltó una risa mientras deslizaba sus dedos por el cuerpo de su novia quien nuevamente comenzó a ronronear, Jennie se encontraba sentada sobre el cuerpo de la tailandesa quien tenía su espalda apoyada en el tronco del árbol que les brindaba sombra. El ruido del campus era nulo, pues la mayoría se encontraba en clases, dejando fuera las facultades del área de artes, quienes tenían su tiempo libre.

—¿No tienen hambre? —resonó una nueva voz— Llevo 15 minutos observando como Jennie tiene complejo de gato por su ronroneo y Lisa observándola como tonta.

—Pensé que tener novia le quitaría lo amargado a Handong. —se lamentó Lisa— ¡Ustedes pueden irse a comer no deben esperarnos!

—Me gusta joderte. —confesó la china— Además -uh- es realmente agotador que luego me mandes a comprar tu comida porque tienes flojera de levantarte.

—¡Solo fue una vez! —se defendió provocando la risa de la mayor.

—Como sea... —rodó Handong sus ojos de manera divertida— Me retiro, espero tu estomago no te traicione en las siguientes cuatro horas.

Lisa observó como su amiga se retiraba tomando la mano de la japonesa menor quien solamente sonrió. Al verse nuevamente con su novia, se permitió observar su rostro, mismo que descansaba en su pecho con los ojos cerrados. Se veía en calma y segura, cosa, que meses atrás no sería posible.

—¿Sabes algo? —comenzó Kim— Nunca pensé que esto terminaría así...

—¿Por qué?

—Porque nunca me enamoré, nunca supe lo que era tener un corazón latiendo como loco, de repente quería ser quien te hiciera sonreír, te enseñará amar y a la par quien me enseñara. Lisa... Me enseñaste a amar.

—No te enseñé mi artista, solamente te ayudé a demostrarlo. —susurró— No hay una guía para saber amar o ser amado, nace de manera espontánea. Solamente te apoyé y lo haré hasta el último día de mi tonta vida.

Jennie soltó una pequeña risa observando fijamente a su novia, capturando sus labios en un suave beso, sintiendo como su pecho se hinchaba de orgullo.

—Lalisa Manoban, quiero proponerte un trato. —murmuró a escasos centímetros de los labios de la bailarina— Quiero pintarte, conviértete en mi musa, déjame enamorarme de tus defectos y volverlos perfectos.

—¿Qué ganó yo a cambio Jennie Kim? —contestó recordando el primer encuentro de ambas.

—Que te pinté, eso es demasiado. —soltó una pequeña risa— Que te ame y que te convierta en arte. ¿Tenemos un trato?

—Tenemos un trato mi artista.

Ambas se besaron nuevamente sellando aquel trato, mismo, que fue el inició de un historia y sellaría este libro. 

Forelsket || JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora