Proteger

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Mientras el gremio entero se encargaba de moverse de un lado a otro para prepararse a lo que él, maestro Makarov que volvió a ser escogido como el nuevo maestro al momento que Erza declino una vez que llegaron al gremio mientras mencionaba que él era el único maestro del gremio, a lo lejos del gremio se podía observar al pequeño anciano frente a Natsu. El de cabellos rosas estaba cruzado de brazos, estando atento por si alguno de sus compañeros estaba cerca pero no era así, todos estaban en lo suyo que ni siquiera se dieron cuenta en el momento que ellos se alejaron por un momento de todo aquel alboroto. Estaba atento a todo, incluso de aquella mirada de su "abuelo" la conocía a la perfección como para decir que intentaba analizar cada una de sus palabras, cada uno de sus gestos, todo dependía de si decía la verdad o si decía una mentira.

-¿Cómo es que Zeref te conoce? -Fue aquella pregunta directa que hizo el maestro.- ¿Cómo es que lo conoces a él?

-Lo conocí por primera vez en el momento del examen de clase S -Menciono Natsu en forma de pequeña mentira aunque en parte, era verdad si le quisiera preguntar a Elfman y Ever, ellos dos le dirían que lo encontraron en ese momento. Lo miraba a los ojos que aunque eran capaces de decir más que sus mismas palabras, se encargaría de disfrazar aquella mentira.- No lo volví a ver hasta que sucedió lo de Tártaros y me quito el libro que Igneel me habia encomendado como misión llevárselo -Soltó un pesado suspiro ante aquella tristeza de recordar a su padre dragón.- A partir de ese momento, no lo he vuelto a ver, Mest nos dijo que ahí se encontraba y ahora usted nos dijo que Zeref era el mismo emperador de ese lugar

-¿El libro de uno de sus demonios? -Natsu asintió. Makarov inmediatamente suspiro mientras subía su mano a su mentón.- Ya veo -Miraba con atención aquellos ojos jade, la cantidad de poder mágico que sintió en ese momento del de cabellos rosados, era mucho más grande de lo que podía recordar que por un momento, habia sentido un gran escalofrió. Movió su cabeza de un lado a otro.- ¿Cómo es que te haces de enemigos realmente poderosos?

-Es porque Fairy Tail es un gremio de magos fuertes -Comento orgulloso el dragón de fuego del que el maestro no pudo evitar soltar una pequeña risita.- Cualquiera que intente hacer daño a nuestra familia, será nuestro enemigo, aun si se trata de magos realmente poderosos, nos encargaremos de destruirlos, aun si se trata del mismo Zeref, lo haremos

-Me gustaría tener esa buena actitud de los jóvenes hoy en día -Soltó una carcajada un tanto nostálgica.- Soy un simple anciano del que pronto tendrá que despedirse de esta vida aunque me asegurare que sus estúpidos hijos se encuentren bien pero en lo que llegue ese momento, será este mismo anciano que se encargara de proteger a sus hijos, aun si se trata del mismo Zeref, hare lo que esté en mis manos para evitar una catástrofe -Soltó un suspiro, daba media vuelta para regresar al gremio.- No dudes de informarme si sabes algo más, ese buen oído de dragón que siempre se ha encargado de hacer cosas malas, espero que esta vez decidas por ayudar un poco más a este viejo -Se detuvo y lo miro de reojo.- Incluso si hay algo de lo que no puedes decir yo siempre te escuchare y te ayudare que para eso están los padres

Ante aquella última frase, Natsu abrió los ojos sorprendido. Vio aquella sonrisa sincera de Makarov mientras lo veía voltearse y caminar a donde ya todo el mundo lo estaba buscando. Queriendo seguir esas palabras, quiso alzar su mano para poder detenerlo, para poder tomar de su ropa y contarle lo que le estaba pasando. Ir a él como todo pequeño niño que le contaba a esa figura paterna lo que estaba pasando y el miedo que era capaz de sentir. Decirle lo que realmente era pero aquellas palabras se quedaron atoradas en su garganta. Sabía que el decirle la verdad, sería algo completamente arriesgado para él y aunque estaba decidido a ello, no pudo, una pequeña punzada de dolor llego a su brazo, provoco que su temperatura corporal empezara a descender, algo que antes no le habia pasado. Aquel sudor frio resbalando por todo su cuerpo que provoco que cayera de rodillas al piso, que sus sentidos estuvieran completamente hechos un desastre. Las marcas oscuras del gremio de Tártaros empezaban a brillar con intensidad mientras que otras líneas de color negro eran capaces de aparecer que tenía tanto dolor como si alguien se las estuviera haciendo con algo filoso, rasgando su piel que en ese momento no era capaz de sangrar.