Proteger

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Happy no dejaba de mirar a su compañero mago de fuego que aún se encontraba inconsciente en aquella cama del gremio, Lucy se había ido para ir por algunas toallas y mantener limpio el cuerpo de amigo después de haber visto todas aquellas heridas como la sangre que ya se había secado. De vez en cuando y con mucho cuidado, lo tocaba con su pequeña patita para asegurarse que él se encontraba durmiendo. Soltaba todo el aire que había estado guardando al saber que se encontraba a salvo de aquel monstruo que vio. Y es que, para el pequeño minino, era imposible olvidar aquella vista de su mejor amigo. Un horrible escalofrió llegaba a sus bigotes que, en ese momento, solo quería soltarse a llorar por aquel miedo que lo estaba consumiendo.

¿Realmente era su mejor amigo el que se encontraba inconsciente frente a él?

Las dudas empezaban a bombardearlo, pero lo peor de todo, es que no podía decirle a alguien.

Quería hablar, quería decir algo más, pero era imposible, las palabras no salían de él. De alguna manera, sentía que, si hablaba de más, podían suceder dos escenarios: El primero, es que nadie creería en su palabra y diría que esta exagerando por lo que vivió entre el duelo contra el mago oscuro y en segunda, en que el gremio entero podría caer en una terrible desgracia por culpa de aquel monstruo que quería seguir guardando apariencias dentro del cuerpo de Natsu, no quería que todos pagaran las consecuencias de sus actos.

Había tantas cosas que pensar y poco tiempo para poder actuar. No quería ser un bocón y meter en problemas a su mejor amigo. Por eso solo prefirió guardar silencio, cuando el maestro Makarov fue a revisar el estado de cada uno de sus hijos que se encontraban en enfermería, el pequeño Happy huyo de aquel lugar para evitar ser interrogado. Trataba de mantenerse tranquilo al lado de Lucy, la cual, no podía evitar acariciar sus cabellos rosas con bastante cariño como los pequeños besos a la frente de él cuando cree que nadie la ve. En otras instancias, hasta hubiera hecho alguna que otra burla para levantarle el animo, pero ahora, simplemente se quedaba callado en una esquina de la habitación.

No quería hacer otra cosa más que seguir observando.

Happy también sabia, que, si hablaba, destruiría a Lucy. La haría sentir mal. Aunque quisiera proteger a la maga de espíritus celestiales, quizá sea ella la más afectada al saber la verdad.

Aunque no solo era aquello lo que el minino escondía. Con solo recordar, no podía evitar sentir una pequeña punzada en su cabeza, todo se había convertido en un gran conflicto. El simple hecho de la verdad que Zeref conto en ese momento como de los planes que tuvo en el pasado y la manera en la que afectaría el futuro de Natsu. Tampoco podía rendirse en encontrar una posible solución y salvar a su mejor amigo. Aunque tuviera miedo y sentía que era observado todo ese tiempo, no quería perder las esperanzas de que aun podía hacer algo más y evitar afectar a todos.

Era un gran dilema el que se encontraba enredado y estaba dispuesto a resolverlo.

Huyo en el momento que escucho la puerta de la enfermería abrirse y a su paso, es que se adentraba Lucy con una toalla y un poco de agua fresca. Desde el lugar donde se escondió, la observo con atención. Aquellas mejillas rojas como la sonrisa triste que era posible apreciar, los pequeños suspiros que soltaba al momento de ver al mago de fuego y el cómo negaba a los pensamientos que estaba teniendo en ese momento. Con mucho cuidado, es que levantaba sus brazos para limpiarlo bien para poder aplicarle después un poco de medicamento. Sin Wendy a su lado, tenían que curar las heridas con aquellos métodos tradiciones a los que ya estaban acostumbrados. La veía subir sus manos y limpiar las lágrimas que empezaban a salir de sus ojos, la chica tenía que ser fuerte, no tenía por qué mostrarse débil. Pues ahora que uno de los magos más fuertes se encontraba inconsciente, le tocaba a ella ser fuerte para poder proteger a todos.