Puertas del Olimpo, 29 de abril
-¡Replegaos y formad en abanico!- gritó Ellisabeth-. ¡Centauros y sátiros, atrás, dioses y ninfas, formad delante!
Las órdenes fueron cumplidas con rapidez. El ejército se agrupó alrededor de las puertas del Olimpo y se abrieron formando un semicírculo entorno a ella. Hécate, Hestia y la familia de Sergio se colocó al fondo, justo ante las columnas doradas. Los Cíclopes Primigenios y Cerbero se colocaron junto a sus señores.
Sergio lanzó una mirada chispeante de furia a Campe.
La criatura mediría cinco metros de alto y diez de largo. En la cintura nacía un torso de mujer desnudo, de piel clara, labios brillantes y rojos cual sangre, pelo negro como la noche y ojos púrpura. En la espalda nacían dos enormes oscuras alas de dragón. Llevaba sendas espadas en las manos. Luego, de las caderas nacía un cuerpo de dragón de escamas negras, con púas en el lomo y cuatro garras con uñas afiladas como cuchillas.
-Vaya, vaya...- rió la bestia-. Los dioses han encontrado las puertas... Pero no os servirá de nada. Mi señor Cronos y su comandante Hiperión me han encomendado la misión de mataros. Una pena, la verdad. Veo material aprovechable entre vuestras filas.
Sergio no supo como interpretar aquello.
-¡Cíclopes y minotauros, cargad!
Las bestias obedecieron y arremetieron contra el ejército de los dioses.
-¡Centauros y sátiros, cargad!- ordenó Elisabeth-. No disparéis todavía... todavía no.- El ejército de los Titanes estaba cada vez más cerca-. ¡Ahora!
Las saetas rasgaron el aire con un silbido y abatieron a numerosas criaturas, pero muchas de ellas siguieron adelante sin importarle las heridas.
El choque se produjo en el centro de la caverna. Los dioses y ninfas desplegaron todo su poderío. Enredaderas y zarzas se levantaron en torno a los enemigos. El hielo se expandió por el suelo en forma de afiladas cuchillas, acompañado de fuego y descargas eléctricas. Del techo comenzaron a caer esqueletos de huesos corroídos por el paso del tiempo, armados con espadas oxidadas.
-No podemos permitirnos pelear ahora. Tenemos que estar en perfectas condiciones para la batalla contra Cronos- musitó Hestia-. Debemos entrar en el Olimpo y dejarles aquí fuera.
Hécate se mostró de acuerdo.
<<Elisabeth>> dijo en la mente de la mujer. <<Ordena a las tropas que se reagrupen. Abriré las puertas del Olimpo. No podemos tener bajas antes de comenzar la verdadera batalla>>.
Elisabeth oyó las palabras de la diosa y anunció la orden, que se propagó como la pólvora por el ejército. Poco a poco las dríades, sátiros, ninfas y centauros fueron acudiendo a las puertas del Olimpo.
Hécate se giró y se encontró frente a las enormes puertas de oro. Cerró los ojos y tocó con la punta de los dedos las puertas.
-Permitidnos regresar a nuestro verdadero hogar- pidió con voz profunda, escogiendo cuidadosamente las palabras-. Abrid las puertas a sus legítimos dueños. Derrocaremos a los Titanes.
La estatua de Zeus, que se hallaba en un pedestal sobre las puertas, levantó los brazos al percibir el alma de todos los dioses allí reunidos. Llevaba un rayo que crepitó cuando Hécate pronunció esas palabras, con e que golpeó su pedestal. La mansalva de chispas y relámpagos creados se extendió por la puerta, que poco a poco se fue abriendo de par en par, dando paso a una pared etérea de luz blanca.
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El Resurgir del Olimpo
FantasyHace miles de años, el Olimpo cayó bajo el poder de los Titanes. Los templos quedaron reducidos a cenizas, las estatuas a montones de escombros, y los árboles murieron entre las llamas. Hace miles de años, Cronos se convirtió en el nuevo Rey del Oli...