Los ojos rojos del hombre vestido de dorado se clavaron en Sergio. Un trueno retumbó en el cielo y una jauría de las más variadas bestias apareció tras él.
El chico pudo ver varias esfinges, hordas de harpías y uno o dos minotauros. Unos extraños perros negros en llamas surgieron del suelo y abatieron a tres ninfas con armadura y lanzas.
—¡Aguas, a mí!
Poseidón apareció envuelto en un torbellino de agua y espuma. Una enorme ola surgió de un pequeño río a su derecha y acabó con los perros de fuego. El dios cayó al suelo dando una voltereta en el aire, y en sus manos apareció un tridente de casi dos metros, dorado, y con grabados de olas y peces.
Clavó las tres puntas en el corazón de una harpía, y ahogó a una esfinge con una esfera de agua.
El hombre vestido de dorado dio un paso adelante y alzó su guadaña. De pronto todo quedó en silencio. Nada se movía. Las cenizas y escombros se quedaron flotando en el aire. Poseidón quedó paralizado haciendo la rueda lateral para esquivar una oleada de flechas. Varias ninfas sangraban, aunque la sangre se había quedado parada a medio camino entre sus cuerpos y elsuelo.
—Ingenuos...
—¡Cronos!
El hechizo se rompió y todo continuó su movimiento. El hombre de barba blanca y ojos azul eléctrico apareció envuelto en nubes de tormenta y relámpagos.
—Zeus.
Los dos se miraron a los ojos.
Atenas, 21 de septiembre
Sergio entreabrió los ojos lentamente.
Un rayo de luz le cegó y le dejó viendo lucecitas de colores. Era por la mañana temprano.
—¡Mamá! —llamó.
—Estás en Atenas, Sergio —le recordó la voz de Alyssa.
El chico resopló y se incorporó lentamente. Tenía un brazo escayolado y la pierna en alto, igualmente escayolada. Una venda le cubría la frente.
—¿Cómo te encuentras? —preguntó Alyssa.
Sergio se tomó su tiempo para responder. Miró a su alrededor. Estaba en la misma sala donde había despertado al llegar por primera vez a Atenas. En la cama contigua, a unos dos o tres metros, estaba Azhar, dormido.
Tenía un corte en el pecho, cubierto con una gran venda. Tenía el brazo izquierdo en cabestrillo y un parche en un ojo. Sentados en unas sillas, rodeando la cama deSergio, estaban Nive, Abish, Alyssa, Axel y Elisabeth, aunque esta última estaba más próxima al entrenador que al chico.
—No lo sé —contestó—. ¿Qué ha pasado?
—Llevas dos días inconsciente —le informó Axel, el mellizo de Alyssa—. Nos tenías preocupados.
—Cuando el agua salió de las tuberías a protegerte, Azhar te disparó una flecha explosiva para ver qué eras capaz de hacer. Explotó en mitad del tornado de agua que te rodeaba y te hizo perder el control. Todo el agua se desplomó y otra oleada invadió el gimnasio. Después un ladrillo del techo te golpeó en la cabeza y perdiste el conocimiento —explicó Nive.
—El agua estrelló a Azhar contra la pared con muchísima fuerza, y una de las flechas fue arrastrada hasta que se le clavó en el pecho —dijo Abish.
—¿Qué...?
—No vas a volver a entrenar con Azhar —intervino Elisabeth en tono sombrío, sin dirigirle la mirada—. Debes aprender a controlar a Poseidón antes de que hagas daños irreparables.
-¡No ha sido culpa mía! ¡Vosotros me habéis metido en este lío!
Elisabeth se puso en pie y le miró amenazante.
—Estabas dentro de esto desde que naciste. Nosotros solo te hemos dado un empujón.
Se dio la vuelta para marcharse, pero antes añadió:
—Y si se trata de tu lado divino, el único responsable eres tú.
Dicho esto, la mujer salió andando de la enfermería y cerró la puerta con un portazo.
—Está molesta porque va a ser más difícil de lo que parecía, no te preocupes —murmuró Alyssa, más para sí que para Sergio.
—¿De verdad cree que lo he hecho aposta?
Abish negó con la cabeza y se levantó.
—Está preocupada. Nuestra lucha contra los Titanes nunca ha estado tan reñida.
El joven salió de la habitación y se despidió con un gesto de la mano. Sergio resopló y se echó para atrás bruscamente. Una punzada de dolor le recorrió la pierna escayolada.
—Te recuperarás pronto y podrás entrenar —le animó Alyssa, esbozando una falsa sonrisa.
Nive murmuró algo para sí y, junto con Axel, se marchó con la cabeza gacha.
—Tranquilo. Sergio, nuestra guerra contra los Titanes ahora está en un punto crítico. Tenemos pocos soldados y los Tres Grandes no están entre nosotros.
—¿Zeus, Poseidón y Hades, dices?
—Exacto —respondió Alyssa—. Para colmo, Aleksei es un irresponsable y tú acabas de llegar. Tienes que entender a Elisabeth. Sólo se preocupa por nosotros.
Sergio asintió.
—No te preocupes, demuéstrale de qué eres capaz —dijo, refiriéndose a Elisabeth—. Ella valora la gente con coraje.
Besó a Sergio en la mejilla y se alejó lentamente. Cuando llegó a la puerta, giró y se despidió con la mano.
El chico iba a intentar dormir otra vez, cuando la voz ronca y débil de Azhar le detuvo.
—Perdóname, he sido demasiado bruto.
El chico asintió con la cabeza y se recostó. Entonces vio como Asclepio entraba en la sala con un carrito lleno de frascos y hierbas.
—Dormíos, lo que os voy hacer acontinuación no es muy agradable.
Obediente, Sergio cerró los ojos.
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El Resurgir del Olimpo
FantasyHace miles de años, el Olimpo cayó bajo el poder de los Titanes. Los templos quedaron reducidos a cenizas, las estatuas a montones de escombros, y los árboles murieron entre las llamas. Hace miles de años, Cronos se convirtió en el nuevo Rey del Oli...