VI

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La mujer miraba fijamente al techo en busca de algo de fuerza.

Tenía unos 20 minutos sin mover ningún músculo en aquel frío suelo.

Bolsas de color morado se asomaban debajo de sus ojos como muestra de la falta de sueño los últimos días.

La última semana y media había estado un poco atareada.

Tubo que re hacer el proyecto unas dos veces, está sería la cuarta vez que intentaba hacer algo nuevo e innovador, pero su falta de cuidado propio estaba empezando a cobrar factura.

La pesadez en sus hombros y el dolor punzante en la parte baja de su espalda le daban ganas de llorar.

Faltaban apenas 5 días más para exhibición de las propuestas. Así que relajarse no era la primera opción de la azabache.

—Yo puedo.. —Susurro para si misma.

Una vez más se levantó para tomar la tableta digital y volver a dibujar.

Pero no pasó media hora para qué volviera a la posición inicial intentado calmar el dolor.

Ya había tomado una pastilla hace poco, pero está se estaba tardando algo en hacer efecto.

Cerró los ojos por un segundo descansando un momento.

—Natsume.. Natsume-San ¡Despierte!

Y volvió a abrir lo ojos.

La repentina luz la cegó por unos segundos para luego ver el rostro del subgerente frente a ella.

—¿Desde que hora estás aquí? —Preguntó él.

—Nunca me fui, me dormí sin querer. —Admitió la azabache con media sonrisa.

Ladeando la cabeza de lado a lado Okkotsu le miraba con desaprobación.

—Deberias empezar a preocuparte un poco más por tí, luces fatal.

—Eh.. fue solo un descuido, no te molestes tanto. —Como pudo Kaoru se levantó del piso y tomó su celular para darse cuenta de que eran las 8:30 a.m.

Quizás si debió haberse ido antes.

—A este paso enfermaras, ¿Y que crees que ocurra después? Natsume, tienes una vida y un hijo que cuidar, deja de sobreesforzarte, tu trabajo no lo es todo.

—Ese es el problema Okkotsu, que sí lo es todo. No hables desde tu posición como si conocieras la mía. —La mirada sería de la mujer logró derrumbar la del hombre, logrando una de pena en su lugar. —volveré a casa, regresaré en la tarde. Nos vemos.

Y sin más salió de la oficina directo a su morada.

Apagó el celular y evito contacto humano a toda costa, no tenía ánimos de absolutamente nada.

Se tiró en su cama tan pronto llegó.

Su cuerpo dolía como los mil demonios y las ganas de llorar se hacían cada vez más presentes.

Se sentía tan mal, tenía tanto miedo. Pero.. ¿De qué?

De todo.

Bueno, eso quizás fue una respuesta algo cerrada, pero miedo al desgaste físico y mental, miedo a perder su trabajo, miedo a decepcionar a sus compañeros se trabajo y a su hijo, y esas ideas principales no hacían más que desencadenar nuevas.

Una nueva pastilla se hizo presente en el paladar de la azabache y la trago para intentar dormir un poco más.

—Let the demon sing me a lullaby.. —Citó la letra de una canción mientras sonreía.

Quizás un sueño bonito levantaría sus ánimos.

O no.

Todo fue negro, no soñó nada al igual que el resto de los días. Pero al menos descansó, eso no lo quitaba.

Se levantó y se dió una ducha.

"Fresca como una lechuga" dijo tan pronto se miró en el espejo con una sonrisa.

Sus cambios de ánimo eran raros, pero si no se motivaba ella, nadie lo haría.

Colocó unos parches de dolor muscular en su hombro, cuello y espalda, poniéndose luego la ropa para regresar a la oficina.

Un sándwich hecho con lo primero que encontró bastó como almuerzo para luego salir del departamento directo a una imprenta afuera de la ciudad por un presupuesto.

Y sabía perfectamente que hoy debía quedarse en la oficina nuevamente, una lluvia de ideas habían inundado su mente en el pequeño viaje que dió en la tarde.

Eso fue llegando y haciendo, la ideas que había planteado las noches anteriores las tiro a un lado empezando a pegar nuevas en la pizarra, dibujando en la tableta. Colocando por aquí, quitando por allá.

Se veía tan bien...

Por primera vez sentía que estaba haciéndolo bien, dió un sorbo a su café que había comprado hace una media hora.

El brillo en sus ojos era indescriptible.

La inspiración que había perdido el último mes regreso ese día.

Corria de aquí hasta allá, cambiaba colores, redibujaba y hacía otro montón de cosas con euforia.

El reloj en su celular marcaba las 12:30 a.m.

Se había sobrepasado de nuevo, ese sentimiento de culpa apareció por un momento.

"Ya podrás descansar, no pierdas está chispa"

No sabía bien si esa voz provenía del pequeño demonio en su hombro o del angel en el hombro contrario.

no se iría, no ahora.

Pero... ¿A qué costo?












[...]







El rubio caminaba tranquilo hasta la gran empresa, iba a tiempo pues apenas el reloj marcaría las 8:00 a.m.

Giro la última esquina pero lo extrañó la ambulancia en frente del edificio donde trabajaba ¿Que había pasado?

No veía a nadie revuelto, solo la ambulancia en frente y nada más.

Luego de entrar se acercó hasta la a recepcionista dando los buenas días y preguntando que había pasado.

—La gerente de marketing está inconsciente en su oficina y parece que la encontraron tirada en su vomito. —Contó mientras susurraba la última parte como si de un secreto de se tratase.

Nanami abrió sus ojos con sorpresa, y en cuestión de segundos pudo apreciar  cómo sacaban a la castaña en una camilla fuera de las instalaciones.

—¿Pero que...











...

Pidoperdon.

Gente, discúlpenme.

Se supone que este es un libro con actualizaciones frecuentes, pero de verdad no me sentía para nada bien esta última semana.

Espero volver a escribir más rápido y empezar a traerles cosas de calidad, díganme por favor.

¿Les gusta esta historia?

Porfis respóndanme, me haría feliz saber sus respuestas.

Gracias, muchas gracias por esperar, les tqm.

𝐿𝑖𝑓𝑒 𝑔𝑜𝑒𝑠 𝑜𝑛  ☕︎ 𝑵𝒂𝒏𝒂𝒎𝒊 𝑲𝒆𝒏𝒕𝒐 ☕︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora