II

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Tic.

Toc.

El sonido del reloj retumbaba en la cabeza de Rubio.

Recién había tomado una nueva pastilla para la migraña e intentaba tomar una siesta mientras ésta hacia efecto.

El era una persona que normalmente sabía ponerse límites; pero esto vez no le fue tan bien. Un empleado había renunciado pasando ahora a él el trabajo.

Las bolsas en sus ojos pesaban y definitivamente pediría una día libre incluso si se lo descuentan, no podía seguir así.

—¡MIERDA!

Se escuchó un fuerte grito que hizo saltar al pobre hombre.

En la puerta estaba la azabache dueña del grito, igual de pálida que el en este momento.

—Disculpe la grosería... —Algo apenada Kaoru se acercó hasta Nanami para quedar de frente y observarlo mejor.— Te ves fatal. —Soltó sin chistar.

—Gracias.

—No, no, es en serio, parece que te está llevando el diablo Nanami-san, ni siquiera voy preguntar, se nota que no ha descansado bien en días.

El rubio no emitió palabra. No tenía ánimos de discutir.

—Déjeme llevarlo a casa.

Eso terminó por llamar su atención logrando que al final le mirara fijamente a los ojos.

—¿Eh?

—Tengo un auto, déjeme llevarlo a casa. No puedo dejarlo aquí viéndose tan mal ¿Que hará si se desmaya por la fatiga? Puedo conseguirle un permiso de descanso también si quiere, tengo un amigo doctor podría hacerle un nota de ausencia médica.

—No deseo causar molestias; además, este es el último día de mis horas extras mañana podré estar fresco como una lechuga.

—¿Cuánto le falta? Yo le ayudo.

—No demasiado, puedo con eso...

La mujer lo fulminó con la mirada y el hombre solo puso sus ojos en blanco.

—No me dejaras en paz hasta que me vaya ¿Cierto?

—Que observador es Nanami-san. —Respondió con una media sonrisa.

Se quería morir.

Pues sí, siempre.

Era cierto que le faltaba poco para terminar, y aún consideraba la propuesta de qué  la azabache lo llevara a su casa, pero no queria se metiera con su trabajo.

Así que mientras el terminaba de pasar la cuenta del inventario y el monto final, pensaba en dejarle algo de trabajo al compañero que era más cercano del ese departamento. Era poco así que no habría problema.

El había hecho la mayor parte ya, lo que significaba que este mes recibiría el doble de su sueldo normal, le costó su estabilidad pero si hay una frase que describe a este joven caballero esta era.

"Me gusta la plata".

Un motivación sabia por la cual salir adelante.

—¿Podría ayudarme dictando los dígitos de este libro? —Pidió rendido el rubio.

Quería salir de ahí y esa era su oportunidad de terminar al fin.

Termino por ser ayudado por la azabache justo como no quería, pero tampoco una mano de vez en cuando caía mal.

—También se redactar los libros contables, mientras usted dicta en la computadora yo los pondré acá, escribo rápido y bonito así que no se preocupe.

—¿Puedo confiar en usted?

—Fui secretaria hace unos años y soy la gerente del piso de abajo, creo que sí puede confíar.

Un largo suspiro salió del contador.

—Bien, solo no se equivoque, por favor.

—Hombre no va a perder su trabajo, calmese, se lo ruego.

Kento respiró hondo una vez más para comenzar a dictar.

No pasaron más de una hora en acabar el trabajo, todo fluyó de manera fácil, de hecho más fácil de lo que esperaban.

—Ya nomás limpiamos este desastre y nos vamos a casa. —Dijo la menor mientras se estiraba.

—La veo muy tranquila, Kaoru -san. Son la 1 de la mañana y parece no tener sueño.

—Termine por acostumbrarme a esto, si estoy cansada pero puedo soportarlo, he pasado por peores momentos. —Comentó con una pequeña risa que acabó por sentirse algo amarga.

El rubio la miro de arriba a abajo.

Ni siquiera tenía ojeras.. quizás era maquillaje pero no quitaba el hecho de que su sonrisa seguía ahí.

La gente extrovertida le daba miedo ¿Cómo pueden parecer tan felices siempre?

Estaban en el trabajo a media noche por amor de Dios al menos maldice.

—¿Hace mucho trabaja acá?

—hmm... Unos ¿Tres años? No demasiado la verdad.

—Yo cumpliré un año en algunos meses. —Expresó el hombre mientras terminaba de guardar una carpeta y tomaba su saco. —Ya he terminado, podemos irnos.

—¡Yeeii! —Exclamó feliz la mujer tomando su cartera. —Entonces vamos.

Y así bajaron hasta el estacionamiento subterráneo para ir al auto e irse de ese lugar.

La mujer se despidió del guardia del turno de la noche y corrió el auto hasta la calle.

—Dígame dónde vive.

—xxx en xxxx, xxxxxx.

—Pongase cómodo, el viaje va a durar un rato. —Kaoru se giró para tomarlo una manta del asiento trasero y se la colocó a Nanami sobre sus piernas.— Puede tomar una siesta.

El contrario la vio raro.

No era tanto que no confiara demasiado en ella sino que solo no podía quedarse dormido con tanta facilidad.

—Mañana daré un reporte de que está enfermo. Puede quedarse en casa.

—Pero usted es la gerente de otro departamento...

—Sí, pero es la misma empresa y si se ve fatal, se ve fatal. Y si te lo descuentan yo te lo pagaré.

—Bien.

Las calles estaban vacías y en la radio sonaba una balada lenta.

Poco a poco los ojos de rubio se fueron cerrando, hasta caer en un profundo sueño.

Se veía tierno según la azabache.

No solía llevar a personas en su auto, pero su preocupación fue más en ese momento.

Tenía una sonrisa en el rostro mientras conducía, no sabía por qué. Pero se sentía un poco feliz.

Pero al mismo tiempo mal.

Sin duda los sentimientos son una cosa muy rara.

15 minutos de viaje fueron suficientes hasta llegar al destino del joven oficinista.

—Nanami-san... —Llamo una vez mientras agitaba al rubio.— Nanami-San... —Y de nuevo.— ¡Nanami-San! —Dijo está vez más alto mientras lo sacudía más fuerte.

Y Zaz.

Despertó de un salto.

—Ya llegamos a su casa, no se cual edificio es pero ya estamos aquí.

—Ah... Es.. es el del frente. —Dijo frotando sus ojos y volviendo en sí.— Gracias Kaoru-San, se lo agradezco mucho.

—No hay de que... —Respondió sonriente.—Descanse y que tenga linda noche.

El otro solo asintió, dió una última reverencia y entro hasta el edificio.

La mujer arranco el auto de nuevo pero está vez volviendo a su hogar.


𝐿𝑖𝑓𝑒 𝑔𝑜𝑒𝑠 𝑜𝑛  ☕︎ 𝑵𝒂𝒏𝒂𝒎𝒊 𝑲𝒆𝒏𝒕𝒐 ☕︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora