IX

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—Una siesta de 12 horas, un baño y aquí estoy, como nueva. —Dijo para si misma en voz alta la Gerente de marketing mientras entraba a su oficina.

El viernes había llegado.

Lo que significaba la entrega del proyecto que se le pidió planificar, el cual expondría a eso de las 02:00 p.m así que quedaba poco tiempo para los toques finales.

Daba gracias a Dios porque todo estaba tal como lo había dejado, a excepción del montón de vasos de café que estaban encima de su escritorio y obviamente el vómito.

Definitivamente le compraría un obsequio a la señora de la limpieza, se lo merecía de verdad.

Tomo asiento en su escritorio y lo primero que hizo fue ponerse al día con todo. Seguía casi igual, cosa que agradecía así que rápidamente puedo empezar con las diapositivas de la presentación.

—Creo que fue malo acostumbrarme a esos dos días de descanso... Tengo algo de sueño.

Cómo si de nada se tratase tomo una
Barra de granola y empezó a comerla. El café no era una opción el día de hoy, una vez lo probaba no podía parar.

Toc toc.

Alguien había tocado el vidrio de la puerta.

—Adelante.

—Natsume~ —Yūta había entrado.— ¿Cómo te sientes?

—Fantastica, renovada, nueva, sorprende, magníficamente.

El castaño rió.

—Me alegra escuchar eso. ¿Estás lista para más tarde? ¿O prefieres que cambiemos la reunión para otro día?

—De hecho ya tengo todo, podemos ir hoy sin ni gun problema. A menos de que ustedes desees cambiarlo.

—Lo dudo, los jefes son muy exigentes.

—Con suerte nos invitarán a comer luego de acabar la reunión. —La mujer movía de sus cejas de arriba a abajo de manera divertida.

—Ten fé, la necesitaremos. —Respondió el contrario riendo. —¿Necesitas ayuda en algo?

—Yūta... —Un "¿Hmm?" Salió de los labios del castaño.— Estoy bien, me recupere durante mi reposo. Si necesito algo te avisaré, muchas gracias.

—Continuaré con lo mío entonces, ten lindo día.

Y sin decir más solo se fué.

Yūta era un buen chico.

Siempre le provocaba mucha ternura a la azabache, inconscientemente era muy tierno.

Un largo suspiro salió de los labios de la azabache, ya volvería al trabajo.














[...]











Horas más tarde en otro lugar de la ciudad, específicamente en un apartamento, sonaba una suave melodía de jazz, acompañado de un tintineo provocado por el choque de las ollas y demás utensilios de cocina.

El olor a pasta recién hecha inundaba todo el lugar.

Nanami se sirvió una copa de vino pero no pudo sentarse a comer debido a que una llamada entrante le había interrumpido.

¿Hola?

¿Nanami-San? —Se escuchó del otro lado de la línea.

¿Pasó algo? kaoru

La mujer estuvo unos segundos en silencio, únicamente emitiendo pequeños sonidos y risitas.

Mi proyecto fue el elegido. —Aun sin verla sabía que la mujer estaba sonriendo.—  Te dije que lo haría y no me despedirían, ah~ me siento tan bien en este momento

Felicidades. Suenas bastante feliz.

Ella rió.

Mucho, sí. No tenía a quien contarle así que tan pronto salí de los jefes vine a avisarte.

Muchos sentimiento azotaron al rubio en tan solo un segundo.

Culpa, incomodidad, satisfacción, miedo, malestar y algo de gratitud.

Todo estaba complemente revuelto.

Ya hace unos días venía pensando en que decisión debía tomar en cuanto a la relación con su colega.

No le incumbía en absoluto la vida personal de esta, pero una espina se mantenía ahí haciendo presión y enviando sermones.

Se sentía de lo peor, pero temía que su estabilidad emocional se viera afectada por ella. Tenía mucho tiempo solo y tranquilo, lo último que necesitaba era empezar a tener pensamientos no usuales en el y comenzar a tener que cuidar a alguien.

No quería que los lazos sentimentales de ambos crecieran, para ser exactos, además del miedo irracional de crear una dependencia emocional.

Eso y muchas más cosas pasaban por su cabeza.

—¿Nanami? ¿Sigues ahí?

—¡Ah! Sí... Aquí estoy. —Respondió volviendo en sí.

¿Te gustaría salir a cenar?  Esta buena noticia es una excusa perfecta para...

—No. —Negó cortante el hombre.— No quiero salir a cenar, ya estoy cómodo en casa; de hecho... —Tragó saliva.— me gustaría que dejáramos de vernos.

El otro lado de la línea se mantuvo en Silencio por al menos 5 segundos.

Un pequeño peso se había alojado en la parte baja de la mujer y le acompañaba un sentimiento de vacío en el pecho.

Su pulso de disparo tan pronto escucho aquello y sus manos comenzaron a temblar, pero como pudo se mantuvo firme y volvió a hablar.

Tranquilo... Todos necesitamos espacio. Me disculpo si en algún momento tomé aptitudes que le incomodaron, no fue mi intención en lo absoluto.

Como si estuviera frente a ella, Nanami pudo imaginar la falsa sonrisa amable de la mujer mientras hablaba.

Bueno... Cuidese Kaoru-San. Espero que usted se encuentre bi..

—Voy a estar bien, —Interrumpió.— tranquilo. Gracias por dejarme compartir con usted estos últimos meses. Adiós.

Y la azabache cortó primero.

Se había acabado.

Aún con el celular en su Nanami se quedó mirando su plato de pasta tibio con un sentimiento de culpa en su pecho.

Realmente no sabía como sentirse.

Y no era para menos.

Del otro lado la mujer dentro de su auto se quedó mirando un punto a la nada.

El vacío en su pecho no hacía más que extenderse, y un par de lágrimas resbalaron por sus mejillas.

Pasó sus manos por su rostro terminando por tomar su cabello, su labio inferior no paraba de temblar.

—¿Que hice mal ahora?

𝐿𝑖𝑓𝑒 𝑔𝑜𝑒𝑠 𝑜𝑛  ☕︎ 𝑵𝒂𝒏𝒂𝒎𝒊 𝑲𝒆𝒏𝒕𝒐 ☕︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora