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Fallon arrastró la maleta de color negro por la acera llegando hasta una zona industrial que estaba abandonada y que reconoció en seguida, por ser uno de los lugares en los que solía hacer graffitis. Suspiró con frustración mientras miraba la hora en su teléfono, seguía sin creerse que fuera verdad lo que la había dicho aquella mujer, pero muy en el fondo ella era consciente de que era así. De que ella no era del todo normal.
—Hola, soy Bloom. Tu debes de ser la otra chica, ¿no? ¿Fallon?— La aludida se giró y miró a la chica que estaba detrás suyo, la cual también cargaba con una maleta, esta vez de color rojo, con una mochila a su espalda.
—Sí, hola.— Sonrió Fallon mientras soltaba un fuerte suspiró. —¿También eres nueva?— Preguntó la castaña nerviosa, aunque intentaba no mostrar aquella actitud.
—Sí, según Dowling soy un hada de fuego, ya que debido de haber alguna antepasada que debió de serlo. ¿Y tú?— Bloom la miró con curiosidad.
—Igual.— Sonrió Fallon justamente cuando un portal se abría ante ellas, haciendo que ambas le miraran sorprendidas. —Vale, esto es muy extraño.— Admitió mientras las dos cogían sus cosas y traspasaban el portal ignorando que aquello era el inicio de algo que cambiaría sus vidas.
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Las dos chicas se pararon delante de la puerta de Alfea, ambas se quedaron atónitas para luego seguir caminando, observando a la mayoría de estudiantes que se conocían entre sí, mientras que ellas eran las nuevas y, en cierto sentido, las que no tenían ni una sola amiga.
—Odio ser la nueva.— Murmuró Fallon observando a la gente.
—Bueno, al menos pasamos desapercibidas. ¿Te dijo Dowling algo de quién nos ayudaría?— Preguntó Bloom mirando a todas partes con atención.
—Sí, dijo que Stella y Stefan nos enseñarian todo. Pero hay tanta gente como para adivinar quienes son.— Comentó con frustración.
—Sí..., pues paso de quedarme aquí esperando.— Respondió esta vez la pelirroja mientras comenzaba a caminar, mientras que Fallon se quedó en el mismo lugar mirando su teléfono, donde se encontraba la foto de su "abuela", en realidad no era su abuela pero era la mujer que la había criado desde que tenía diez años y sus padres desaparecieron en un viaje de catamaran.
—Perdón.— Una chica rubia se disculpó con Fallon al empujarla, haciendo que la morena sonriera en señal de que no ocurría nada, para después observar como la chica salía corriendo.
Tras ponerse de pies, Amber siguió caminando hasta encontrase con su hermano, el cual se encontraba apoyado en una columna mientras hablaba con Riven.
—Vaya, la pequeña Amber ha crecido.— Se burló el moreno haciendo que la joven pusiera una mueca de burla.
