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Fallon apoyó sus manos sobre el lavabo, mientras miraba su reflejo al mismo tiempo que sus ojos se volvían de color naranja. Rápidamente les cerró, mientras fortalecia su agarre intentando de alguna forma relajarse. Desde hacía varios días las pesadillas habían crecido, y para nada mejoraba el incesante control que ponía en las clase. El tener que reprimirse la estaba pasando factura, y las cosas podían desmadrarse si eso llegaba a suceder.
—¿Otra vez?— Preguntó Musa mientras se apoyaba en la puerta y observaba como su compañera tomaba pequeñas bocanadas de aire.
—Sí, no te preocupes.— Murmuró mientras abría de nuevo los ojos, viendo que estos volvían a ser normales.
—Tal vez si lo dejas salir, aunque solo sea un poco...— Empezó a decir Musa haciendo que Fallon la mirase con una expresión de pocos amigos.
—Si lo hago podría arrasar con todo y con todos.— Afirmó mientras abría el grifo y se mojaba las manos, mostrando el vapor que salió en cuanto el agua fría hizo contacto con el agua fría. —¿Qué haces despierta? Aún queda una hora y media hasta que empiecen las clases.— Comentó queriendo evadir el tema de lo que la estaba pasando, por supuesto todo tenía solución, pero lo último que Fallon quería era desarrollar sus habilidades.
—Te escuche levantarte.— Respondió Musa, haciendo que la morena agachara la cabeza abatida, si de por sí no estaba cómoda con lo que estaba pasando en Alfea, sin duda el hecho de madrugar tanto la enfurecia.
—Lo siento.— Se disculpó mientras cerraba el grifo.
—No, no te preocupes.— La tranquilizó Musa sabiendo que Fallon no hacía aquello con malas intenciones. —Así puedo tener un rato de tranquilidad.— Respondió con obviedad.
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Fallon alzó la cabeza observando que aún no había amanecido, con el encarcelamiento de Silva y el nuevo profesor, los entrenamientos se habían vuelto mucho más estrictos de lo que anteriormente habían sido. Pero a pesar de ello, todos tenían que resignarse a que Andreas les tratara como soldados en vez de lo que eran, aprendices. Pero todo Alfea había cambiado, y ninguno de ellos podía hacer nada para remediarlo.
—Buenos días.— Sonrió Stefan mientras se ponía al lado de Fallon, la cual le miró con una expresión de pocos amigos.
—No ha amanecido, ¿que tiene de buenos?— Quiso saber mostrando lo molesta que estaba por todo aquello.
—Qué seremos testigos de una de las cosas más bonitas de todo Solaria.— Respondió el hada de luz con obviedad, haciendo que su mejor amiga le mirase con una expresión de pocos amigos ante su comentario.
