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—Hola, ¿que tal estas?— Preguntó Bloom a Fallon al verla entrar.
—¿Y tú? ¿Estas bien? ¿Te duele?— Preguntó preocupada mientras se sentaba a su lado a la espera de que Luna apareciera y pudiera dar inicio el juicio.
—Estoy bien, Fallon, no te preocupes. Hoy debes de preocuparte por ti, por defender tu inocencia como yo defenderé la mía.— La tranquilizó la pelirroja sabiendo que su amiga se centraría más en ayudarla a ella que en ayudarse a sí misma, y eso era lo que en verdad la preocupaba. Que tomara una errónea decisión al asumir toda la responsabilidad de lo que había ocurrido.
—Hay agua ahí, pero si necesitáis algo más medicinal...— Intervino Beatrix mientras mostraba una petaca en cuyo interior, muy seguramente, hubiera altas cantidades de alcohol o de algo que simulaba serlo.
—Gracias, pero estamos bien.— Sonrió Fallon agradecida por la amabilidad que la hada de aire había puesto en ellas incluso cuando habían matado a una de las personas más importantes para ella.
—No creo que ayude mucho a nuestra inocencia si vamos oliendo a alcohol, pero gracias por la sugerencia.— Añadió Bloom con otra sonrisa sabiendo que debían de estar todo lo serenas que pudieran para hacer frente a todo lo que las estaba deparando el futuro.
—No importa lo que pase, matar a Rosalind ha sido lo mejor que habéis hecho.— Afirmó Beatrix sorprendiendo a ambas con la sinceridad con la que hablaba. —Se lo merecía.— Añadió justamente cuando la puerta se abría y entraba Luna seguida de varios guardias solarianos, por Stefan y por Stella.
—Si nos disculpais, tardaremos un poco.— Añadió la reina mientras entraba en el despacho que anteriormente había pertenecido a Dowling y después a Rosalind.
—He dejado agua para vuestra madre, fresca, cuatro limones y con gas. Stella me dijo que era un poco especial con el agua.— Les informó haciendo que la mayor de los hermanos sonriera ante la consideración de la hada del aire, todo debía de salir perfecto para que aquello terminará siendo simplemente una mala experiencia.
—Gracias Beatrix.— Sonrió Stella mientras se acercaba junto a su hermano a las dos chicas.
—Hoy he desayunado fuera, al sol. Me dijiste que necesitaba color.— La informó Bloom a Stella la cual la colocó la chaqueta que llevaba.
—Pequeños milagros.— Murmuró impresionada.
—Después de todo soy la llama del dragón, así que...— Admitió mostrando que a pesar de aquella situación no podía dejar que la destruyera, no podía dejarse ver débil por nadie y menos en aquel momento.
—¿Y tú Fallon?— Preguntó Stefan con curiosidad esperando que, como Bloom, algo en ella también hubiera cambiado.
—Simplemente existo.— Se limitó a decir, mostrando que a ella ya la daba igual cómo se mostrase, tenia otra clase de problemas más importantes que preocuparse por como se veía.