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Fallon regresó a la sala común de su habitación en el momento exacto en el que su teléfono comenzaba a sonar, haciendo que la joven le mirará confundida para después descolgar la llamada. Por su parte, Bloom estaba en su habitación, mirando fotos bastantes desagradables relacionadas con lo que Aisha había sugerido. ¿Y si era verdad? ¿Y si ella era una intercambiada? Al escuchar como algo se caía, la pelirroja se puso de pies y caminó hasta la sala común, donde encontró a Fallon sentada en el sofá y su teléfono a sus pies, en el suelo.
—¿Estas bien?— Preguntó confundida mientras se sentaba a su lado ajena a la noticia que la morena había recibido.
—T-tengo que volver. Y-yo...— La morena se puso de pies mientras comenzaba a caminar nerviosa.
—¿Ocurre algo?— Preguntó Stella apareciendo y fingiendo que lo que hubiera sucedido la interesaba, pero la daba igual lo que sucedía.
—¡Stella, eres muy oportuna!— Exclamó Fallon aliviada. —¿Puedes hacerme un favor?— La rubia sonrió falsamente, fingiendo que la vida de ella le interesaba. —¿Puedes dejarme tu anillo para volver a casa? Se que debe de ser muy importante para ti pero...— Fallon no terminó la frase, ya que Stella se quitó el anillo y se le dió.
—Para abrir un portal, debéis de ir fuera de la barrera. En el cementerio que hay fuera de ella, hay un portal. Tocar la puerta con la mano en la que llevéis el anillo y pensar el lugar, y voilá, estaréis en casa.— Sonrió Stella haciendo que las otras dos hadas se miraran esperanzadas de poder volver a su mundo.
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—¿Quieres que te acompañe?— Preguntó Bloom ajena a lo que realmente había pasado.
—No, no. Quiero dar una sorpresa a mi abuela.— Mintió la adolescente, mientras salía corriendo dejando a Bloom confundida.
Fallon recorrió las calles de Gardenia en completo silencio, recordando la noche en la que todo cambió, recordando que aquella noche ella se había quedado sola. Su abuela había muerto, y ahora estaba dirigiéndose a su casa, ¿para qué? Nada la ataba al Primer Mundo, ni tampoco al otro, ella nunca encajaba. Había estado en cinco colegios e institutos diferentes, sin contar Alfea, y en todos había problemas, siempre causados por ella. Por qué defendía a la gente, porque era violenta o porque no seguía las normas, hiciera lo que hiciera, estuviera donde estuviera, jamás habría un lugar para ella. Porque ella era un bicho raro.
Al llegar a casa, la morena entró en ella usando la lleve que estaba escondida bajo una maceta. Y una vez allí, recorrió el lugar, en completo silencio y a oscuras, hasta que las velas que había, se prendieron haciendo que la joven ignorara aquel hecho. Fallon entró en el salón, observando la enredadera que crecía en la pared, junto a las fotos y fue el momento en el que se derrumbó por completo. En el que, ya no pudo fingir más al decir que estaba bien. No lo estaba. Su abuela acababa de morir, la única persona que había estado a su lado había muerto y, ahora, estaba sola. Sus padres se habían ido, ahora su abuela y ella solo era un manojo de sentimientos y de culpabilidad. Porque podía haber pasado sus últimas horas con ella, y no lo hizo por irse a un internado para hadas. ¿Para qué? Ella jamás aprendería a ser un hada, ella solo lo estropearia todo.
