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Tras lo ocurrido hacia unos días, Fallon había intentado volver a la normalidad, pero las cosas distaban de volver a ella. La tensión entre lo que Rosalind estaba haciendo y ellas queriendo desenmascararla crecía por segundos, todo resultaba ser un juego demasiado peligroso, donde seguramente alguno de ellos terminara herido o muerto, y para la morena resultaba que era su mayor pesadilla, era un fénix y no podía ayudar a quienes quería, la presión y la desesperación crecían por segundos, y el miedo... El miedo ya estaba demasiado arraigado en su cuerpo como para poder librarse de él.
—Me has dado lo que más pesa.— Se quejó Fallon después de que Aisha la diera una caja.
La hada de agua se había ofrecido a ayudar con la decoración para el banquete, y como pretexto para poder salir de la escuela, Fallon se había ofrecido a ayudarla. Cualquier excusa era suficiente para alejarse de los muros de Alfea y, en cierto sentido, de todos y cada uno de los problemas que allí había.
—Te ofreciste voluntaria.— La recordó Aisha mientras las dos recorrían las calles del pequeño pueblo.
—Me ofrecí para comprar cosas para el banquete, salir de la escuela y poder ver a Sebastian.— Respondió el fénix con obviedad, mientras intentaba colocar las cosas que llevaba entre sus manos para que no se cayeran al suelo. —Pero a alguien se le han ocurrido ideas adicionales sobre la marcha.— Añadió haciendo referencia a todas las cajas y bolsas que entre las dos llevaban.
—El banquete es todo un acontecimiento, los graduados más importantes de los últimos cincuenta años estarán allí.— Afirmó Aisha al ver que Fallon parecía que no la llegaba a importar la importancia de un acontecimiento de aquella magnitud.
—¿Y quieres que sepan que has ayudado con los centros de mesa?— Preguntó la morena con un poco de burla, al no entender a qué se debía aquella servidumbre por parte de la hada de agua.
—¿De verdad quieres saberlo?— Preguntó su amiga algo desconfiada.
—Sí.— Respondió Fallon con obviedad.
—Era el primer paso de mi plan a veinte años.— Explicó haciendo que la ojiazul la mirase confundida y con curiosidad con respeto a aquel plan a veinte años. —La directora Dowling elogiaria a los ex alumnos, yo sería becaria en el capitolio, volvería a Alfea a dar clases, iría ascendiendo, y al final en otro banquete Dowling dejaría su cargo y me nombraria directora.— Aclaró haciendo que Fallon la mirase sorprendida, ya no solo por que Aisha tuviera claros cuales eran sus objetivos, sino que tuviera organizada toda su vida. —Y por esto nunca cuento mi plan a veinte años.— Se quejó al ver la cara de confusión de su compañera de habitación.
—No, verás, es que nunca suelo hacer planes más allá de la hora de la comida.— Se excuso Fallon, ya que para ella era algo impresionante, ya no solo el tener claro los objetivos, sino tener tantos planes a tan largo plazo. —No creo que sea bueno.— Murmuró mientras ponía los ojos en blanco.
