Capítulo 1.

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Miro el blanco e inmaculado techo de mi habitación, acostada en mi cama, entre sábanas blancas, gruño y maldigo el insomnio internamente ¿Por qué diablos escogí este momento para pensar en mi tesis? Sí, lo sé, está muy avanzada; pero debo entregarle todo el trabajo al nuevo tutor. El infarto providencial del profesor Stewart nos dejó a todos dentro de un agujero negro.

¿Quién acepta a última hora unas tutorías que ya están por finalizar? Solo espero que no sea un anciano cascarrabias como el decano Gordon.

––No tengo idea de quién puede ser el nuevo tutor. Espero que el profesor Gómez se haga cargo del trabajo. ––le digo viéndola por el rabillo del ojo.

––No debes preocuparte por eso Maggie, tu tesis está muy bien, yo misma la he leído un par de veces. Mañana será un gran día cariño, ya lo veras. Ahora duerme o volverás a llegar tarde. ––veo como mi madre se aleja poco a poco y sale de la habitación.

Por supuesto... lo dice la hermosa rubia de ojos azules, que se graduó con mención honorífica en la universidad de Columbia, he ahí el por qué escogí Administración en la misma universidad.

Irónicamente ella no me presiono ni me propuso hacerlo y termine enamorada de su profesión.

                                                                                          _______

–– ¿Hola? ––susurro–– ¿Nelly, estas aquí?

Entro a casa de Nelly y, esta desolada, todos los muebles, cuadros y demás objetos están cubiertos con polvorientas sábanas grises, las paredes están desteñidas, llenas de telarañas, y el suelo cubierto de polvo e insectos muertos.

Mierda, ¿Cómo pude olvidarlo? ella se mudó hace meses ¿Qué hago aquí? Y ¿Cómo llegue hasta su casa sin mi auto?

Vuelvo a la puerta para marcharme, pero la voz de un hombre me hace detener de golpe.

––¡Margareth! ––grita.

¿Dijo mi nombre? ¿Quién puede estar llamándome? Pensé que estaba sola aquí.

Me dirijo sigilosamente a la cocina, de allí es donde proviene el llamado. Me detengo bruscamente en el marco de la puerta, al ver a un hombre alto, corpulento, vestido de negro. Él está viendo por la ventana que da al jardín trasero. ¿Quién es él?

––Hola... ––le digo.

––Has llegado. ––mira sus manos y vuelve a ver por la ventana.

––Sí; pero temo que debo irme. ––respondo con recelo.

––¿Por qué tienes que irte? ––él parece confiado e incluso un poco arrogante.

––Porque Nelly no está en casa, no tengo idea de quién eres tú y mucho menos por qué sabes mi nombre. ––respondo.

––Soy quien tú quieras que sea, Margareth. ––responde seductoramente inapropiado.

––¿Ah sí? ––arqueo una ceja–– ¿y si quiero que desaparezcas de una vez por todas?

––¡No! Pídeme todo, pero eso no. Ahora menos que nunca Maggie.

Está bien, por ahora no le pediré eso, tiene razón, aún tiene muchas dudas que aclararme. Ha llegado el momento de que él hable y yo escuche.

––¿Por qué evitas mirarme?

Él sonríe entre su espesa barba. Me vale un cacahuete su autosuficiencia, yo tengo que ver quién es.

Me dirijo a él vehemente; pero en el breve camino a nuestra cercanía, una cálida energía hace disminuir mi ímpetu. Me detengo despacio a su lado y dejo mi mano cerca de la suya, sobre el filo del lavabo.

Margareth el éxtasis de la traiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora