—¡Señorita Margareth! buenos días, ¿como esta?
—Buenos días, señora Watson. Muy bien, gracias ¿y usted? ¿se encuentra el profesor?
—Bien, querida —sonríe dulcemente— Si, y está totalmente disponible, si quieres puedes entrar sin tocar —mira a los chicos por el rabillo del ojo y susurra— me alegra que hayas vuelto Maggie, él ha estado esperándote.
¡Mierda! ¿Hasta cuándo Erick le hablara sobre nuestra relación? Y ¿Por qué le tiene tanta confianza para hablarle sobre nosotros? Maldigo internamente y trato de parecer despreocupada.
—Yo...
—No te preocupes —me interrumpe; creo que por mi nerviosismo— Erick es como mi hijo, lo conozco antes de que trabajara aquí, eso y —sonríe picara— tengo sesenta y cinco años querida, me doy cuenta de todo lo que sucede en estas oficinas. De mi boca no saldrá absolutamente nada —guiña un ojo
—¡Morgan!
La señora Watson y yo, giramos bruscamente en busca de la peculiar voz con acento escoces, que pronunció mi apellido con cierta felicidad. Él está de pies en la puerta, con la mano en la manija y una sonrisa culposa en la comisura de sus labios.
—Te esperan —susurra.
—Si...
Dejo sola a la señora Watson, y con paso firme pero sin mirarlo a los ojos me dirijo a la oficina. Él cierra la puerta a mis espaldas, y escucho como coloca el pestillo. Acto seguido, siento sus brazos rodeando mi torso y su cara hundida en mi cabello.
—Te echaba tanto de menos, mi niña —susurra con su cuerpo presionando el mío.
—Yo a ti cielo... me gustaría moverme y abrazarte mejor.
—Si, —siento su sonrisa bajo mi lóbulo derecho— lo siento, moría por tocarte.
Erick me suelta despacio y roza mis brazos con sus dedos, mi vello se eriza al contacto de sus cálidas manos. Me alejo un poco y dejo mi bolso marrón y la carpeta azul sobre el escritorio.
Giro sobre mi propio eje y vuelvo a sus brazos, ese lugar donde amo refugiarme y olvidarme de la realidad. Lo extrañaba tanto, desearía que solo fuésemos él y yo en este lugar, pero afuera de estas cuatro paredes hay docenas de personas que si escucharan algo de lo que hacemos aquí nos meteríamos en un gran problema.
Llevo mis manos hasta su cuello y atraigo su boca hacia la mía. Erick adora y entrelaza nuestros labios suavemente, su delicioso sabor y olor me hacen estremecer entre sus manos, separo mis carnosos y húmedos labios para disfrutar a plenitud de su anhelado beso. Su beso es dulce, sin apuros ni desenfreno, solo disfrutamos nuestro reencuentro.
—Me alegra tanto que hayas vuelto, Maggie. Sentí que esos días fueron años lejos de ti —me dice entre besos.
—A mí también me alegra haber vuelto, estar lejos de ti me hacía sentir incompleta.
—Eso es lo que siento cada día, Margareth —oup, ese comentario va directamente a mi manera de llevar nuestra relación. No me salen más palabras, Erick me mira comprensivo, suspira y continua— ¿Cuándo llegaste?
—El lunes por la tarde, no te había dicho nada, porque estoy terminando de preparar la presentación —doy unos paso lejos de él para poder verlo bien.
No sé si los días que estuvimos lejos me hacen verlo diferente, pero hoy se ve muy guapo, su barba se ve un poco más larga de lo habitual, algo que no me parece extraño, en una de nuestras largas conversaciones me comento que años atrás, utilizaba la barba muy larga, y que yo soy el motivo por el cual se la corta a menudo; y como estuve lejos de él, debe tener días sin arreglársela. Hoy va muy sofisticado con un jersey gris de lana que finalmente combina perfectamente con la corbata a rayas y la camisa blanca. Muerdo mi labio inferior y sacudo la cabeza.
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Margareth el éxtasis de la traición
RomanceSinopsis. La lujosa y despreocupada vida de Margareth Morgan es atormentada por un fantasma del pasado que no logra desvanecer de sus sueños, cansada de buscar durante años al hombre que la enamoro ese cinco de junio, y fiel a los insensibles con...