⁓Epilogo⁓

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    La música está muy alta, hay muchos hombres cantando y riendo, no sé porque le dije a Tom que si lo acompañaría a un bar gay, con un café y un croissant hubiera sido suficiente. He tomado demasiado alcohol los últimos días, y la primera recomendación de la doctora Julieta fue estar lejos de todas las bebidas alcohólicas.

Seguimos al chico vestido de marinero que nos conduce hasta una mesa lejos de la pista de baile.

—Ahora bien, Margareth Morgan, cuéntame ¿Qué te sucedió en New York que tu vía de escape fue París?

—En resumen, me enamore de dos hombres, y termine hiriendo sus sentimientos.

—No comprendo, yo también he salido con distintos hombres, incluso terminábamos en un gran trio.

—¿Alguno de ellos te propuso que vivieran juntos?

—¡¿Qué?! —Veo como Tom se ahoga con su cerveza e intenta disimular su asombro— ¿estabas comprometida, te ibas a casar, Margareth?

—No, no llegamos a ese límite, pero creo que era la intención de ambos.

—¿Los amabas?

—Si, los amaba a ambos. ¿Laura no te dijo nada?

—No, ella no le gusta hablar de las demás personas —me dice quitándole importancia con un gesto.

—Lo sé.

—¿Qué te parece si los olvidas a ellos y te presento a un par de amigos parisinos?

—No, no será necesario.

—¿Por qué?

—No pienso quedarme a vivir aquí, solo será un tiempo, luego de terminar las terapias y sentirme bien, volveré a mi casa, y lo buscare a él —elevo mi copa frente a Tom— brindemos, por las cosas buenas que haremos que sucedan.

—Como tú digas, salud preciosa.

—Salud...




Dave.


La necesito, debí escucharla, la juzgue sin piedad, cuando yo he hecho lo mismo que ella con diversas mujeres... Maldita sea ¿Qué estoy diciendo? ¿Qué demonios estoy haciendo? Siempre fui sincero con ella y me traiciono, no solo dormía con él, se enamoró de él. Aun no comprendo que vio en ese imbécil.

Se acabó tengo que verla y dejar que me explique todo.

—¿Si señor? —responde

—Kate, dile a Michael que venga enseguida —le ordeno por la bocina del teléfono.

—Sí señor.

No puedo quedarme tranquilo como una persona normal, me levanto de la silla y comienzo andar por toda la oficina, el no saber de ella es exasperante ¿Debo llamarla y hacer que venga? O tal vez podría citarla en mi casa, allí hablaríamos más cómodos, ¡Dios mío! como extraño su cuerpo, su risa, y a forma de despertarme cuando tenía una pesadilla. Maggie, Maggie ¿Qué voy hacer contigo?

—¿Me llamo señor?

Miro a Michael que entra a la oficina y cierra la puerta, él se ve intranquilo algo que no entiendo.

—Michael, necesito ver a Margareth, necesito que me explique detalladamente por qué lo hizo —maldigo para mis adentros— no sé cómo decirle que la extraño ¿Qué sabes de ella?

Margareth el éxtasis de la traiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora