⁓Capítulo 19⁓

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—Buenos días, señorita Margareth.

—Buenos días, Michael ¿Cómo estás?

—Bien, señorita —retorna los ojos a Jerry que se tambalea sobre sus talones en la puerta del auto— ¿segura que todo está bien?

—Sí, —insisto— todo está perfectamente bien.

Subimos en el elevador y por primera vez desde que lo conozco, Michael sonríe, es una sonrisa ladeada, pero para mi cuenta como una sonrisa. ¿Qué habrá hecho anoche? Las puertas se abren y la sonrisa de Samanta es lo primero que vemos.

—Señorita Margareth, buenos días, ha llegado un obsequio para usted.

—Buenos días, Samanta. ¿Un obsequio para mí? ¿Dónde está?

—En el salón, señorita, sobre el piano del señor Scott.

—Ok, gracias.

¿Un obsequio para mí? No es mi cumpleaños, ni una fecha importante que yo recuerde. ¡Ay, por supuesto! Son de Dave, es excesivamente detallista y amoroso. Michael sigue a mi lado, cauteloso y en silencio, la sombra de sonrisa que tenía hace un momento se ha desvanecido por completo.

—¡Guao! Creo que esta vez Dave exagero con las flores.

Arrojo mi bolso sobre el sofá, y llego hasta el enorme ramo de alcatraces blancos que tienen lugar sobre el piano negro. Son hermosas, no me había enviado este tipo de flores antes.

—Señorita Margareth, no son del señor Carter —me indica Michael impasible.

—Si Dave, no las envió. ¿Quién lo hizo?

Son hermosas, realmente hermosas. ¡Oh por Dios, Erick! Agarro el sobre que está pegado delicadamente en florero blanco, en el sobrecito lila, está escrita la dirección de la floristería y para quien son las flores.

—No lo sé señorita Margareth, pero del señor Carter, no son.

Leo la pequeña tarjeta blanca: 

Para: Margareth.

"Feliz quinto aniversario de nuestro primer encuentro, pronto estaremos juntos Margareth... recuérdame"

Oh por Dios... ¡Ay por el amor a Cristo! No, no y no.

—¡Maldita sea! —gruño en un susurro.

Sujeto el florero con ambas manos y lo arrojo con toda mi fuerza y frustración contra la pared, el cristal se hace trizas y las flores salen volando por el aire.

—¡No! ¡Maldita sea!

—¡Señorita Margareth! —Michael me observa pasmado— ¿Qué sucede? ¿Quién las ha enviado?

Mis manos tiemblan como mi labio inferior, me siento mareada, respirar se me dificulta. Escucho a Michael, pero no razono una respuesta o un comportamiento civilizado. "Calma Morgan" ¡Jesús! pero estoy tan furiosa.

Otra vez las jodidas flores. No lo recordaba, ha llegado julio, y él había tardado en enviar algún obsequio para dar señales de vida, y frotarme mi pasado en la cara como un exfoliante de cristales rotos. Pero... él nunca había escrito una nota, en los anteriores anónimos de ningún modo se atrevió a decir una palabra ¿por qué lo hace ahora? ¿Por qué demonios me envía obsequios? tiene que ser el mismo cobarde. ¡Me quiere volver loca!

Jerry y Samanta entran corriendo al salón y observan boquiabiertos el desastre.

—¿Qué rayos sucedió aquí? —exclama Jerry.

Margareth el éxtasis de la traiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora