⁓capítulo 24⁓

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De todas las cosas que me han sucedido en los últimos días, ninguna me ha generado algo positivo. Al contrario, ha sido una locura, Erick es el mismo hombre de la fiesta, me mintió durante los últimos meses, me dejó pensar que un psicópata era quien me enviaba los obsequios anónimos.

Él se enamoró de mí, a pesar de suplicarle cada día que no lo hiciera y sin importarle nada, lo hizo. Sin embargo lo que me duele más, es saber y estar completamente segura de que yo también lo amo como él a mí; pero también esta Dave, él siempre ha sido honesto; aunque después de la conversación tan reveladora con Erick sinceramente no sé si confiar en alguien más.

Está bien lo acepto, yo he mentido, he fallado y sería muy hipócrita de mi parte culpar a Erick de todo y hacerme la mártir.

Nelly también me mintió, pudo habérmelo contado todo desde el principio y dejarme decidir lo que yo quería hacer.

Erick no ha renunciado a sus intentos de buscarme, sin importarle que Michael o Jerry lo puedan ver, se ha atrevido a visitar mi casa en más de una ocasión, gracias a Dios solo Pablo y mi madre lo han visto. Sus correo no paran de llegar, las llamadas y mensajes continuos llegan tan seguidos como los pensamientos que le dedico día y noche, aun no quiero hablar con él, no me siento preparada.

Dave ha comenzado a enojarse por mi ausencia y desplantes, a él no lo he vuelto a ver, me he excusado con la estúpida mentira de que tengo muchos ensayos de graduación; debo agradecerle a Michael y Jerry me han cubierto la espalda estos días, solo hemos estado encerrados en casa.

—Bien Morgan, hora de arreglarte —murmuro.

Salgo del baño envuelta en el albornoz rosa, Robín me espera en la habitación, está cerca de la peinadora, hoy es el gran día y él ha venido fascinado a ayudarme con mi estilismo. Robín arregla mi cabello en grandes hondas que cubren gran parte de mi espalda, abre su enorme estuche de maquillaje y comienza a colocarme diferentes productos, labios rojos y rubor color durazno.

—¿Reina te sientes bien? —pregunta viéndome a través del espejo.

—Sí tranquilo, estoy perfectamente bien, solo me siento un poco agotada por los preparativos de la graduación —sonrió amablemente para evitar sus preguntas.

—Pareces más distraída de lo habitual. ¿todo está bien con el bombón Carter?

—Si, con él todo está perfecto... vamos ayúdame con el vestido, por favor.

Me quito el albornoz y quedo solo con las tangas negras, estar desnuda delante de Robín no me incomoda ni me preocupa, es como estarlo frente a Ruth, una amiga más. Robín trae del armario los tacones de aguja y mi vestido negro, que es largo hasta los tobillos, de tirantes finos y escote uve entre los senos, con una gran abertura en la pierna derecha.

Me coloco el vestido, y él me ayuda a cerrar la cremallera en la espalda que llega hasta la cintura, siento que es muy sexy y revelador para una ceremonia de graduación, pero es un regalo de un amigo diseñador, así que no le iba a decir que no. Busco los pendientes de diamantes que combinan con la gargantilla que me obsequio Dave, (lo sé, no me la quito para nada, y por supuesto hoy no iba hacer la excepción) y termino con algo de perfume.

—Oh por Dios Maggie, que hermosa has quedado.

—Gracias Robín, tu ayuda fue indispensable.

—No es nada querida, disfruto mucho cuando vengo aquí, y esas terribles ojeras que tenías no te las ibas a poder cubrir tú sola.

—Si, tienes razón. Ahora vamos, se me hace tarde.

Margareth el éxtasis de la traiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora