⁓Capítulo 10⁓

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Salgo al pórtico y, frente a mí a pocos escalones de distancia, veo al hombre de cuarenta y cinco años más atractivo que he visto, su fulgida y hermosa sonrisa me deja sin aliento. Él esta reclinado sobre su Mercedes Benz G Class negra, se ve tan joven vestido de vaqueros oscuro, americana negra y camisa blanca, todo perfectamente planchado y arreglado.

Mis piernas tiemblan al igual que mi voz. No puedo creer que este aquí frente a mí fuera de la universidad, solo para mí, sin interrupciones de nadie.

—Señorita Morgan, que gusto verla nuevamente. —estrecha mi mano sonriendo seductoramente.

—Profesor Johnson, el gusto es todo mío.

De repente, la energía que me transfiere su piel al unir nuestras manos me hace sentir acalorada, el gris de sus ojos es más claro de lo habitual, al punto de parecer verdes. Erick da dos pasos hacia mí, y sin esperarlo, toma mi barbilla en sus manos y pone sus labios sobre los míos en un beso enternecido y cuidadoso.

—Estas realmente hermosa, Margareth. —masculla rozando mi nariz con la suya— no tienes idea de cuánto deseaba verte fuera de la universidad. —su mirada se vuelve penetrante y casi insostenible. Muerdo mi labio inferior y lo sujeto de la americana— sin mencionar lo sensual que te ves, y las terribles ganas que tengo de quitarte todo lo que llevas puesto... pero, aun no, debemos irnos. —se aleja bruscamente y abre la puerta del copiloto.

Ay santa madre ¿he escuchado bien? observo a Erick atónita y abrumada por su clara insinuación. Mi boca se seca y sin querer estoy reprimiendo un jadeo.

—Maggie, sube. —me dice sosteniendo la puerta.

—Ah, sí gracias.

Subo al auto y lo primero que noto son las carpetas azules en el asiento trasero, junto a un bolso deportivo negro, muy parecido al que Dave lleva al gimnasio y, a guns and roses tocando patince a un volumen prudente. Erick sube al auto y comienza andar.

—¿Cómo estas, Margareth?

—Bien, aunque tuve que escapar de mis escoltas. —Pongo los ojos en blanco— ¿tu como estas?

—No podría estar mejor que ahora... —admite— ¿Por qué escapaste de ellos?

—No es conveniente que me vean contigo.

—¿Por tu novio? Seguro le dirían que saliste con otro hombre. —responde con voz glacial.

—¿Mi novio? —abro los ojos como platos. Mierda lo sabe todo. ¿Cómo lo supo?

—Sí, el hombre con el que te vi en el oasis, él te llevo hoy a la universidad, y lamentablemente pude ver su cariñosa despedida... No pensarías mentirme Morgan.

Maldita sea, si nos vio, y recuerda a Dave, ahora no puedo mentirle a él, espero Ruth haya tenido razón y Erick lo sepa manejar.

Estoy enfada; pero no sé si es con Erick o conmigo misma, soy una idiota, no sirvo ni para mentir.

—Él no es mi novio, solo estamos saliendo, conociéndonos mejor, y, aun no le he dicho que sí a su propuesta. —afirmo encogiéndome de hombros.

—Es decir que, si se trata del mismo hombre y, ya te pidió que fueras su novia. —Erick frunce tanto el ceño que se notan todas las líneas de su rostro— Veo que no quiere perder el tiempo.

—Sí, me lo ha pedido, pero le he dicho que no, que necesito tiempo.

—¿Por qué? —espeta impasible, sin quitar la mirada del camino.

—Porque no estoy segura de lo que siento.

—¿Por él o por mí?

—Preferiría no hablar del tema. —refunfuño.

Margareth el éxtasis de la traiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora