⁓Capítulo 17⁓

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Estamos en el gimnasio rodeadas de múltiples espejos, enormes maquinas, cientos de pesas, y algunas personas con cuerpos de ensueño, deben hacer ejercicios todos los días para tener esos cuerpos tan increíblemente perfectos. —Uno, arriba Maggie, vamos, si puedes— Ruth, se ve tan a gusto entrenando, va vestida con un diminutos conjunto rojo y azul, para ella alzar pesas es algo básico de su día a día.

Mis piernas no dan para más, y mis brazos no resisten otra repetición, estoy agotada. Miro en el espejo las marcas de sudor en mi conjunto negro, estoy tan roja como un tomate y respirando resonante, necesito venir más seguido al gimnasio ¿Cómo hace, Dave, para mantener su cuerpo tan definido? Para mí las rutinas de ejercicio, son torturas disfrazadas de bienestar y salud.

—¡¿Qué?! ¿hiciste eso? ¿Por qué no me lo habías dicho? —pregunta atónita. Dios, que voz tan chillona se le pone cuando se sorprende.

—Sí, es decir, salí en medio de la noche, y no sé qué me sucedió, me deje llevar por mis emociones y... el insomnio terminó de volverme loca —me encojo de hombros— no quería que me dieras un sermón.

—¿El insomnio o el dolor en las nalgas? —me mira condescendiente— Maggie, no soy quien para sermonearte.

—Ambas —sonrío avergonzada.

—¿Estabas escuchando alguna canción en particular? ¿recuerdas la llamada de Erick, por dejarte llevar por las emociones?

—Obvio que la recuero, y no, no estaba escuchando nada, solo no conciliaba el sueño, y luego de verlo a él, y decirle que sí; pude dormir excelente.

—Por supuesto, luego de una buena dosis de sexo, todos podemos dormir relajados, querida amiga —resopla risueña viéndome por el espejo.

—No me refiero solo al sexo, Ruth es algo más allá, él me hace sentir diferente.

—Lo quieres Maggie, lo que él te hace sentir es cariño, es del "algo más allá" del que estás hablando.

—No, no lo quiero —frunzo el ceño alzando las pesas nuevamente.

—Margareth, te conozco muy bien, son veinte años de amistad los que me han hecho conocer hasta la forma en la que duermes, y déjame decirte que el brillo en tus ojos cuando hablas de él o con él jamás lo había visto antes en ti, ni cuando estabas con Matt y tampoco cuando...

—¡Basta Ruth! —dejo caer las pesas al piso— estás hablando incoherencias.

¿Cómo puede intentar mencionarlo? Acordamos no hablar más de él, no me interesa compararlo con, Dave.

—Ok, lo siento; pero ¿Qué sucederá con Erick? Él si es real.

—No tengo idea, no quiero alejarme de él, pero debo hacerlo —solo imaginarme pidiéndole que se aleje de mí, me hace sentir enferma.

—En el fondo si tienes sentimientos, Maggie, y múltiples, enamorarte de dos hombres es una locura.

—No, no estoy enamorada, solo me gustan ambos.

—Si, ujum, hare como si creyera cada una de tus palabras. —Deja las pesas en el piso— vamos, ya tus chicos terminaron también su rutina, y no tienen buena cara.

—Nunca tienen buena cara, creo que aún no se acostumbran a mí, sobre todo Michael, odia cuando entrenamos aquí, prefiere hacerlo en mi casa o en la de Dave.

—Lo sé, pero no me gusta entrenar en casa de Dave, y debo admitir que disfruto que, Jerry, me vea con el culo al aire en público —no sé si su sonrisa es de burla, o de verdad lo disfruta, en tal caso me preocupa.

Margareth el éxtasis de la traiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora