Carol, una historia Luimelia

62 - Libre para Amar (Parte III) 🏳️‍🌈

¿Quién no ha oído hablar del famoso Studio 54 ?
El inigualable club neoyorquino que, a finales de los 70, se convirtió en el centro del universo.

A su inauguración fueron invitados diseñadores, fotógrafos y gente de las discográficas. Como era de esperar, modelos, actores y estrellas del rock vinieron detrás. Pero, más allá de su clientela rica y famosa mezclada con la gente de a pie, la clave de su magia era el ambiente que se vivía allí. Cruzar sus puertas transportaba a un mundo donde, aunque fuera tan solo por unas horas, uno podría llegar a creer que todos sus sueños podrían hacerse realidad. Es sabido que muchas veces querer es poder y, cuando realmente quieres pero las cosas no resultan del todo fáciles, creer ayuda a poder.

El King's Road Club no era el famoso Studio 54 , pero aquella noche brillaría con luz propia. Una luz que había crecido noche tras noche gracias a las ganas y el empeño de su dueña, María Sanabria, una joven aspirante a actriz de 25 años, quien había invertido todas sus ganancias en el mundo del artisteo en un viejo club que, aún después de remodelarlo, seguía chapado a la antigua.

Había trabajado poco y por ello había ganado poco, aunque aspiraba a mucho más, y hacía bien. Aquella bonita y carismática castaña realmente tenía madera de actriz. Una tarde, después de otra prueba en la que había sido rechazada, escuchó una conversación del que se suponía era uno de los inversores de aquella dudosa película para el cual había sido afortunada por no ser escogida protagonista. Una cosa llevó a la otra y salió de aquella prueba para una dudosa película, being dueña de un club nocturno, hasta el momento regentado por mafiosos, pero con un aire de épocas pasadas, de teatro y de cabaret, de sueños que se cumplen al entrar en él. La misma sensación que tantas veces había escuchado que transmitía el famoso club ubicado en la calle 54 de Broadway.

La fiebre por la música disco de finales de los 70 coincidió con una época de libertad sexual en la concurrida Manhattan, libertad que se vio truncada por la aparición del sida. Esa época y esa localización era el momento histórico favorito de María Sanabria, quien se había quedado a vivir en aquellos días que comprendían entre el 77 y el 80, en aquella libertad sexual y aquellos himnos que la gritaban orgullosos.

En los 70, la música disco había llegado para quedarse, al menos en el mundo de Maria, y esta noche se demostraría en el King's Road club. Todo un clásico de antaño reconvertido en un actual bar de copas con muy buen ambiente donde, además de disfrutar de la música y de la acogedora pista de baile, se podría degustar típicas tapas de la capital española. En honor al origen de su local, la aspirante a actriz había decidido recrear una noche de los 70 y dar vida a las fantasías de muchos de sus clientes ya las suyas propias. María tenía alma de artista, María era un artista.

Aquel club nocturno, café durante el día, no acabaría siendo el lugar donde aquella bella joven de cabellos castaños se jubilaría.

Para María, parte de sus sueños ya se había hecho realidad, ya que allí conoció a la persona que cambió su vida para siempre: el abogado Ignacio Solano. No es que fuera el rey de la noche, pero se había convertido en el rey de su vida.

Ahí estaba María, detrás de su amada barra, aquella tras el cual había llegado a sentirse en casa, orgullosa de haber logrado esa posición, aunque ahora ya no le pareciera la mejor del mundo, sin parar de sacarle brillo. Quería cuidarla por lo que había significado aquella barra para ella. Parecía querer dejarla tan brillante como las típicas bolas espejo de la discoteca. Y eso era algo muy importante para aquella noche.

Y desde su privilegiada posición las vio llegar, guapas y radiantes como jamás las había visto. Marina, una buena cliente y ya amiga; y Luisita, aquella excompañera de piso de Marina y también mejor amiga, quien tantas veces la había acompañado en sus tardes y en sus noches, en desayunos, cafés, copas y conversaciones.