✎Palabras: 2,000.
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Al abrir los ojos la mañana siguiente el olor a alcohol derramado y dolor punzante en su cuello y cabeza lo recibió. Luego de su ascenso, decidió que era buena idea ir a casa de Segismundo para celebrar con él y Emilio; una cosa llevó a la otra y acabó acostado en el sillón, con tortícolis y cerveza de olor espantoso en su ropa.
—Coño, qué dolor —se quejó, estirándose como gato y restregando sus ojos.
En el sofá grande, Emilio yacía roncando con la boca abierta y con Segismundo acurrucado en su pecho. Las manos del mexicano yacían apretadas en la cintura del gallego, dejando un rastro naranja. Gustabo esbozó una sonrisa, enternecido por la pareja. Contrario a la creencia popular de sus conocidos, él tenía sentimientos como cualquier ser humano y dentro de él, el deseo de conocer a su alma gemela ardía como el fuego. Al mismo tiempo, el miedo de lo que eso implicaba creaba un biombo que dejaba sin oxígeno al incendio de su corazón.
—¡Despertad, hostia! ¡Alguien me tiene que llevar a comisaría! —los zarandeó a ambos, que poco a poco fueron despertando.
—No seas mamón, estaba muy tranquilo durmiendo. ¿Por qué no te vas en tu coche?
—Porque ayer en tu borrachera le disparaste a las ruedas de mi Ferrari para enseñarme la nueva aka que compraste —le recordó Gustabo, con los brazos en jarras—. No seas cabrón y préstame ropa también, el recién nombrado intendente no puede aparecerse en su primer día con la ropa empapada en cerveza barata.
—Pinche joto exigente —bufó Emilio, desenganchando los brazos que abarcaban a su pareja. Se dispuso a alistarse y preparar todo para comenzar el día. De igual forma, dudaba que su jefe lo perdonase si el pequeño Gustabo llegase tarde al trabajo por culpa suya.
Una hora más tarde, Gustabo entraba por la puerta de comisaría (con una sudadera de su amigo y el mismo pantalón del día anterior), listo para adaptarse a su nuevo cargo. Se despidió de sus dos acompañantes y entró a la armería para sacar su nuevo uniforme del casillero. Este era igual al de los oficiales de menor rango, pero con algunas variantes: el pantalón, zapatos y detalles en los colores de la bandera de España permanecieron. La parte de arriba constaba de una versión blanca y manga larga de la original. Tuvo la opción de utilizar pistoleras debajo de sus axilas, pero prefirió utilizarlas en forma de arnés en sus muslos.
—¡Me veo facherísimo! —exclamó, viendo su silueta curvilínea en el gran espejo siendo abrazada por el uniforme a medida. Las pistoleras sólo acentuaban mejor todo el asunto.
Finalizó el "outfit" colocándose sus guantes blancos y seguido fue camino a su despacho, encontrándose con personas exigiendo poner denuncias desde primera hora, como cada día en Los Santos.
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〈INTENABO +18〉 Entrégate a mí
FanfictionEl Superintendente de Los Santos siempre está en la mira. Sabe más de lo que aparenta, tiene secretos guardados y, para variar, es el alma gemela de su criminal más buscado y principal dolor en el culo (aunque no literalmente, por ahora). 〉Mafioso J...