16. Conway vs Collins

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Palabras: 2,800.

✎Palabras: 2,800

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Al tener prácticamente el acceso y manejo total de los accesorios policíacos gracias a su posición de Intendente, hacerse con trajes de SWAT no presentó ninguna complicación. Cogió varios por si acaso, pues no tenía ni una jodida idea de qué tallas pudieran vestir sus "ayudantes", y salió de comisaría con rumbo a la ya conocida base de La Entidad.

Por supuesto, no sin antes recibir comentarios por parte de Brown respecto a su supuesta incompetencia.

—Otra vez el Intendente se va y deja un caos en su lugar de trabajo. Que no le extrañe, señor, si comienza a recibir quejas.

Gustabo iba cargado con un cesto lleno de ropa, que, si bien no era pesada, estorbaba un mundo; peor si el Subinspector no lo dejaba pasar.

—Quítate hostia —dio un paso a la izquierda y, como si fuera un baile ridículo, Xavier lo imitó—. Los clowns no son intangibles, me estás estorbando el paso y la existencia también. ¡Aparta!

—Señores, aquí no es lugar para que estéis discutiendo —Greco disimuló una sonrisa de relaciones públicas, para que la gente ahí congregada no se alterara—. ¿Sucede algo, Gustabo?

—Sí. Brown no me respeta ni a mí, ni al cargo que tengo. Si tanto te molesto, pide una transferencia o yo qué sé.

—¡Tú no me respetabas cuando eras policía y menos cuando eras alumno! ¡Yo tenía un rango mayor!

Gustabo tenía que admitir que eso era parcialmente real. Sí, pero no.

—Llora, pues. Intendente mata a Subinspector —aprovechó que su compinche barbón despejó el camino y siguió como si nada hubiera pasado—. Y, en ese entonces, consentido de Torrente mataba cualquier rango que tuvieras, payaso.

A lo lejos alcanzó a escuchar sonidos de frustración. 

Su convivencia con Brown no siempre fue así de tosca en realidad, pero luego de unos meses de conocerlo, la complicidad amistosa que tenían desapareció en un parpadeo. Las personalidades de ambos no nacieron para ser compatibles; eran mismos polos de un imán, destinados por la física para repelerse. Competían en muchas cosas, siendo una de ellas, el cariño del antiguo Superintendente. Pero con todo y que el Subinspector no era incompetente ni mucho menos, Gustabo siempre estaba dos pasos por delante.

Aún recuerda, con algo de resquemor, un incidente que sucedió en una de sus incontables reyertas. Sacudió la cabeza, insertando la ropa en el maletero. A este paso, mejor emprendería un negocio de lavandería cuando se retirara de su cargo. Siempre acababa quedándose con ropa que le prestaban o llevando prendas.

Estacionó y, volviendo a asir la cesta, tocó el timbre a la espera de que lo atendieran.

—Que puntual —Michelle le saludó, con ropa informal y sus rojos cabellos atrapados en una cola de caballo—. Más que traer nuestros uniformes parece que vienes a donar ropa.

〈INTENABO +18〉 Entrégate a míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora