El Superintendente de Los Santos siempre está en la mira. Sabe más de lo que aparenta, tiene secretos guardados y, para variar, es el alma gemela de su criminal más buscado y principal dolor en el culo (aunque no literalmente, por ahora).
〉Mafioso J...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
︿︿︿︿︿︿︿︿︿︿︿
La cantidad inmensurable de llamadas perdidas, mensajes, y audios que Gustabo tuvo que contestar del día anterior no fue normal. Por lo regular, sus padres no se alarmaban si no se aparecía un día, pero ahora, siendo una persona con un cargo tan al borde del riesgo, se habían vuelto la mar de protectores. También fue culpa suya que se preocuparan, no le avisó a nadie dónde estaría.
Lo primero que hizo al despertar luego de tranquilizar a todos, fue hablar con el director Jacob. En breves frases relató la operación exitosa pero ridículamente peligrosa que había hecho. Recibió un regaño colosal de cuarenta minutos seguidos en el que su superior le enumeraba "100 y una cosas que pudieron salir mal."
Luego de ruegos de su parte para que no le dijera nada ni a Armando ni a Yun a cambio de hacerle el papeleo y limpiarle las oficinas del CNI, le dijo:
—No sé cómo lo lograste o por qué ese hombre fue tan amable contigo. Torrente y yo intentamos ponerlo de nuestro lado, pero fue imposible. Maneja todo con cuidado, activa el GPS y no vayas tú sólo a verlo.
—Sí, señor, como usted diga —respondió, cruzando los dedos tras su espalda. Obviamente tenía intensiones de ir él sólo.
Para la reunión designada utilizó su ropa de incógnito; agarró sus llaves, una pistola corta que era simple de ocultar en su chamarra y después marcó el número de línea segura que Conway le dio antes de partir del Vanilla. Lo había agendado como "Tío Tom" para que no se sospechase, aunque su primera opción había sido ponerle "Papi" para hacerle una broma a sus amigos mecánicos.
El punto establecido era cerca del Lago Blaze dónde había un puente, además de una pista de aterrizaje para clases de pilotaje de helicópteros, vacía por el horario. En concreto, el lugar era un túnel grande, espacioso, con cuatro carriles. Al llegar se encontró con varios enmascarados. El único que no llevaba el rostro tapado, era el jefe de la organización.
—Que pasaaa —saludó, como se saludaba a un conocido de hace mucho tiempo, haciendo un alargamiento en le "a".
Conway rodó los ojos, pero lo dejó ser. Unos cuantos encuentros bastaron para entender que lo mejor sería acostumbrarse a esos chispazos advenedizos de informalidad.
—¿No lo siguió nadie? —la voz provenía de un extraño, escopeta en mano, pañoleta roja y alto.
—No, enmascarado número 1. ¿Quiénes sois vosotros? ¿Os puedo llamar como a los Power Rangers? Digo, como cada uno tiene un color diferente.
Otro enmascarado, uno que llevaba un trapo azul, se rió.
—Oye mala idea no es, yo quiero ser Billy Cranston. Mi vida, ¿quieres ser Kimberly o Trini? —a su costado, la única mujer del grupo le dio un codazo directo en las costillas, sacándole un grito agudo.
