07. Acuerdo

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Palabras: 1,480.

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Si mi padre se entera en lío en el que me metí, me da un golpe con la llave inglesa seguro. Y eso sólo si logro salir con vida de este lugar.

La situación de por sí era desesperanzadora para Gustabo. Fue atrapado con las manos en la masa, haciendo el gilipollas sin siquiera buscarlo. Era casi un don, el meterse en asuntos que no quería por ir demasiado lejos. Pensó unos segundos, nunca olvidando que tenía un mafioso de un metro ochenta y algo mamadísimo en frente de su asiento. ¿Qué debería hacer? Jack Conway era casi un tipo de leyenda, su nombre estaba en la boca de todos los noticieros del país y sus aterradoras hazañas se entintaban en las imprentas de periódicos todos los días desde que la famosa banda surgió en Los Santos.

Imposible olvidar, también, que él mismo no era un civil común y corriente. A parte de ser del CNP, era el Intendente, ¡por el amor de Dios! Este era el momento de demostrarle al mundo que no fue ascendido sólo por su cara bonita.

Le mostraría una vez más a ese hombre, que su mayor fuerte era su pico de oro.

—Buscaba saber tu nombre —fingió indiferencia con una precisión impecable. 

De algo le tenían que valer años de simular sus emociones frente a las demás personas, después de todo.

—Algo desesperado por saberlo, capullo.

—Pues perdón, señor. No todos tenemos a un ladrón de poca monta que manosee oficiales y les robe el DNI —contestó, ignorando la expresión amenazante de Conway—. Debería abrir oposiciones sólo para eso, ¿no te jode?

Igual se había pasado un poco, eso estaba por verse. Aún así, las primeras frases que salieron de su boca sirvieron para activar un Switch dentro de su cabeza que lo ayudó a afianzar una actitud relajada. Una vez superaba ese inicio incómodo en el que se sentía perdido, las palabras y las ideas fluían a través de su boca como el caudal de un río.

—Mira capullo, no sé qué buscas haciéndote el gamberro conmigo —una mano amenazante lo agarró por la muñeca, halando la tela de su jersey manga larga y apretando para generar un dolor leve que seguramente dejaría una marca rojiza en su piel sensible, a pesar de ser tomado por sobre la ropa—. Ni Intendente ni hostias. Aquí estás en mi territorio y si quiero que desaparezcas, desaparecerás.

—Andamos un poco rudos, ¿no? —forcejeó para soltar su brazo y lo llevó a su pecho, resguardándolo con su otra mano—. No es que no me guste, pero una copa antes estaría bien.

Conway resopló.

—Eres un puto anormal. Te voy a dar una copa para que te la metas por el culo.

—Ese es un fetiche raro. Pero oye, ¿quién soy yo para juzgar?

〈INTENABO +18〉 Entrégate a míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora