19. Intención de proteger

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Palabras: 3,000.

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A medida que las horas pasaban, el hotel se llenaba con más personalidades importantes que venían a tiempo para el evento, que a este punto, Gustabo no recordaba ni de qué era. Estaba ocupado haciendo de investigador, patrullando con apremio entre las mesas vacías del comedor donde sus protegidos insistieron en almorzar. 

Se detenía al azar entre la poca gente que había sido permitida ahí y continuaba en el trayecto por los bordes del salón. Lo curioso es que, tal como las rémoras que surcaban el océano pegadas a los tiburones, él tenía pegado a un chiquillo de 15 años, quién lo seguía a diestra y siniestra sin razón aparente. Regresó su vista al centro, donde Conway estaba estático parado al lado de la mocosa esa. Le dio rabia, aunque un tirón en su camisa lo distrajo de su disgusto.

—Oiga, señor intendente. 

—¿Sí? ¿Pasa algo?

—No, pero estoy aburrido. ¿Puede llevarme a la sala de juegos? Prometo no dar lata.

—Claro, solo deja que le avise a mi compañero —Gustabo caminó de regreso, otra vez, con el muchachito a cuestas— Alfa, voy a escoltar a... perdona, creo que no les hemos preguntado sus nombres, ¿cómo te llamas, chico? 

—Daniel, y la asquerosa es Denise —la chica le arrojó una albóndiga por el insulto. 

Gustabo sonrió un poco. Siempre le había gustado ver la relación entre hermanos, porque le recordaban a él y a Horacio o a sus muchos mecánicos que le esperaban siempre en el taller. Sostuvo el hombro de Daniel en un gesto amistoso, pegándolo a él como si fuera un familiar cercano. 

—Voy a escoltar a Dany a la sala de videojuegos —anunció, dándose la vuelta sin esperar respuestas—, cualquier cosa nos comunicaremos por la radio. 

—Claro que no, Gustabín. 

El Intendente frunció el ceño, deteniéndose. 

—¿Por qué no? 

—Tú sólo no, voy yo también. Puede ser peligroso.

—Yo no quiero ir ahí —se quejó Denise, pero nadie le hizo caso. 

El Intendente se cruzó de brazos pero esperó, con paciencia, a que la latosa acabara de comer y fuesen todos a la mentada sala. Conway tenía razón en eso de que dos adultos, "maderos" en este caso, eran más seguros para controlar alguna coyuntura que se saliese de control. Se suponía que toda la misión era por los terroristas probablemente infiltrados en las alas del hotel. Pistas no tenían ninguna, por desgracia. 

〈INTENABO +18〉 Entrégate a míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora