✎Palabras: 3,170.
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Octubre 03; Andén | 09:15 a.m.
Las vías de tren que colindaban El Pueblo con Los Santos estaban ubicadas al noroeste. Había una sola estación, que a decir verdad, no era demasiado concurrida. Es en este lugar, en un paraje polvoriento y ventilado, que esperaba ordenada una fila de algunos agentes del CNP. Más allá había una furgoneta blindada en la que Aiden, Jacob Smith y los miembros del FBI arribaron.
Gustabo daba las órdenes a su tropa con voz monótona, intentaba espantar el agotamiento de su voz y el sueño de sus ojos irritados. Fue mala idea para él dormir tan poco tiempo dadas las circunstancias, porque estaba más cansado de lo usual y, sumado a ello, Conway aún no regresaba a pesar de estar a punto, según le comentó en la madrugada.
—Espero que todo haya quedado claro. Es una operación delicada, habrá civiles cerca y nuestro deber es manejar la situación de la mejor forma posible, no quiero heridos —decía, con los ojos casi cerrándose—, ¡ah! Y que los alumnos a evaluar, es decir, Leopoldo y Paola, no se alejen de sus instructores.
—10-4, súper —Los alumnos nombrados asintieron con la cabeza. Leopoldo iría con Rubier; mientras que Paola tenía a Sergey como guía.
—Si todo está claro, podéis iniciar.
El intendente se apartó, dirigiéndose a una tarima que habían dispuesto con herramientas para que todos pudieran suplirse sin mayor dificultad. En una esquina había botellas de agua. Tomó una de ellas, la destapó y derramó un poco en sus manos para pasar el líquido helado sobre sus ojos, con afán de activarse.
—Gustabo... —llamó Horacio tras su espalda.
—¿Sí? ¿Qué pasa?
—Siempre te pregunto lo mismo, ya parezco disco rayado. Pero me preocupo, ¿sabes? —comenzó el de cresta, acariciando levemente su cabello rubio—. Pareces enfermo.
Gustabo suspiró con una sonrisa. Estaba un poco harto de sentirse tan evasivo y, joder, de verdad se sentía abandonado. No tenía energía ni para ser su yo indiferente de siempre.
—Creo que lo estoy —confesó—. Pero no es nada que no pueda manejar.
Horacio le sonrió de vuelta.
—Te acompañaré al médico más tarde —rodeó su cuerpo por el costado, abarcándolo con su brazo—. Ahora vamos, que pronto viene el tren que hay que registrar.
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〈INTENABO +18〉 Entrégate a mí
Hayran KurguEl Superintendente de Los Santos siempre está en la mira. Sabe más de lo que aparenta, tiene secretos guardados y, para variar, es el alma gemela de su criminal más buscado y principal dolor en el culo (aunque no literalmente, por ahora). 〉Mafioso J...