El Superintendente de Los Santos siempre está en la mira. Sabe más de lo que aparenta, tiene secretos guardados y, para variar, es el alma gemela de su criminal más buscado y principal dolor en el culo (aunque no literalmente, por ahora).
〉Mafioso J...
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Volkov se acuclilló para darle la vuelta al tipo desparramado en el suelo. El Agente Horacio y el Agente Ford se quedaron en la entrada para incautar a cualquiera que, ya a estas alturas, buscara huir desistiendo del ataque. El ruso, en cambio, fue con su compañera para identificar a su atacante.
—Sí, él es uno de ellos —sacó un juego de esposas que Gustabo les había proveído en el pack de SWAT y se las colocó—, pero, ¿ese quién es?
Señaló un tío tirado, también en el suelo.
—Mich lo noqueó, por si acaso el otro tipo no era.
—¿Pensabas noquear a todo el que llevase traje blanco y tuviera rizos?
—Las probabilidades de tener ambas características no son tan altas —se defendió la mujer, encogiéndose de hombros—, el pobre diablo sólo tuvo mala suerte.
En lo que a ella respectaba, un golpecito en el cuello no los mataría. Midió su fuerza y era muy profesional. Nada más les dolería, pero el trabajo estaba hecho, y con uno menos, faltaba el de traje azul.
—Gus, tenemos a uno de los terroristas —informó ella por radio.
—10-4, bien hecho. Su prioridad ahora es que busquéis al otro, en lo que Chris, Alfa y yo nos encargamos de revisar que se efectúe la evacuación. Cambio y fuera.
—Ivanov, ¿alcanzas a verlo en alguna de las cámaras que no están estropeadas?
—Veo a un tío que no tiene su saco puesto. Quizás quiere despistar con eso, pero no sabe que estamos en seguridad también. Creo que va de camino al auditórium del hotel.
—Vayan ustedes, yo me quedo a escoltar a este —se ofreció Freddy, recibiendo un asentimiento de parte de los otros dos.
Michelle y Volkov tuvieron que darse prisa, evadiendo personas dispersadas por las estancias. A lo lejos, el hombre al que seguían se dio cuenta de su presencia y también echó a correr, olvidándose de su intención de disimular inocencia para seguir colocando bombas. En la cabeza de este, al menos una tenía que detonar y cumplir con el objetivo de hacer un desastre. Si bien no pudieron ni acercarse a Denise y Daniel Powell, cerraría su vano intento con un broche de oro. Pero, haciendo uso del táser que al igual que las esposas componían el "inventario" de los camuflados miembros de La Entidad, electrocutaron al faltante. Cuando este acabó de retorcerse como gusano, lo esposaron, siguiendo el protocolo.
