14. Cita doble

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Palabras: 2,880.

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Conversaron juntos un momento breve, esclareciendo puntos que tanto Gustabo como Michelle consideraban importantes. También hablaron de otras cosas más irrelevantes, pero divertidas. La mayor logró convencer a Gustabo de permanecer, como mínimo, media hora más metido ahí; alegó que, para que los efectos desaparecieran por completo, tenía que estar cerca de Conway varios minutos en una misma habitación. Gus no sabía qué parte eran exageraciones y que parte sí era la verdad, así que no le quedó de otra que aceptar.

En lapsos como esos, se arrepentía de no haber puesto atención a sus precarias lecciones de biología básica que recibió en el centro de ayuda. Recuerda haber cursado un examen que validara sus conocimientos, pero al llegar a los puntos que tocaban el tema de las Almas Gemelas, respondió al azar.

Siguió a Michelle, y, al ella quitar el pestillo de la puerta y abrirla, dejó caer al suelo a dos hombres que habían estado intentado escuchar a hurtadillas apoyándose en esta.

—Y-yo quería ir al lavabo. Esta puerta se parece mucho y me confundí —Freddy se excusó, al ver que su novia tenía la típica mirada de enfado que prometía mucho dolor, y no en el buen sentido. Atrás de ella, el Intendente asomaba su cabeza, con una ceja alzada y los brazos cruzados—. Y-ya me voy, adiós.

Viendo como su compañero en el crimen se piraba, Ivanov se arrepintió de dejarse llevar por la curiosidad.

—¿Y tú qué? —La pelirroja alzó una ceja—. ¿Ibas al lavabo con él?

—Michelle, no te enojes, sólo queríamos...

—Sal de aquí. Ya.

—Como digas, nos vemos —huyó, antes de que la mujer se arrepintiera.

Gustabo rio por lo bajo, ahora más calmado. No quería ahondar en el por qué, pero sí se sentía menos quejumbroso que cuando llegó a la base de La Entidad. De igual forma, tenía que aceptar que hablar con Michelle era un gusto, casi podría considerarla una confidente más.

—Perdóname por eso, son unos niñatos.

—No te preocupes, igual no creo que hayan escuchado nada —Gustabo se encogió de hombros—. Oye, ¿no hay algo que pueda hacer en el tiempo que me queda? Lo que sea.

—Estamos clasificando la droga que nos robamos, puedes ayudar en eso.

—Me funciona, gracias —era un alivio; pensaba menos en su revoltijo interno si tenía la mente ocupada trabajando, y, si tendría que estar cerca de Conway, haría lo posible por no pensar en él demasiado.

Tiempo más tarde, todos estaban sentados frente a la mesa de juntas del principio, en un silencio tentativo. Jack miraba al rubio con intensidad, enfrascándose en apreciar sus rasgos faciales, sus gestos, hasta su desdén. Gustabo, por su parte, intentaba con toda su fuerza no dirigirle la mirada. Alguna vez escuchó, que los ojos son la puerta del alma. Bajo es lógica, se explicaba el magnetismo imposible de controlar cuando sus iris se cruzaban; pasó cuando lo conoció en Vanilla por primera vez, y seguía ocurriendo, pero con más fuerza, desde entonces.

〈INTENABO +18〉 Entrégate a míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora