13. Reclamos en la base

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Palabras: 2,478.

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Ivanov fue, en los días siguientes al suceso, el que tuvo la desgracia de padecer el humor irritante de su jefe. Michelle se desentendió, Gonetti era muy blando como para soportarle tanto, Freddy empeoraba el asunto y Volkov se mantenía impasible.

—¿Dónde está el mariconeti?

—¿Cuál de todos?

—Estoy hablando de Volkov, fue a conseguir otro camión y no vuelve. ¡Sólo nosotros estamos aquí, malditos capullos!

—Yo que sé, quizás había tráfico —Ivanov sostenía una maleta por la manija, cortando la tela cosida del fondo para cerciorar la existencia de droga. De haberla, la almacenaba con cuidado embalándola en bolsas plásticas con cinta y las apilaba en el transportador de un camión—. Para hacer estas mierdas mejor hubiera entrado a Alerta Aeropuerto... 

—Ahí no te pagarían tanto como lo que vamos a ganar cuando la vendamos —el líder se encargaba de transportar las valijas que su perro le indicaba gracias a su olfato sensible—. Ivadog, allá.

El perro, un Husky siberiano de raza pura, obedeció a su amo de inmediato. Olisqueó un poco y ladró, orientando la existencia de más estupefacientes. 

—Su nombre me ofende personalmente. ¿No le podías poner algo que no me denigrara?

—No. 

Ivanov suspiró. Hizo el último embalaje y se dejó caer sobre una roca grande que le fungiera como asiento improvisado. Sacó el teléfono para llamar a su pareja y saber por qué estaba tardando tanto. En eso, la curiosidad le picó al encontrar un mensaje en la bandeja de entrada del servidor encriptado de comunicación entre CNI y La Entidad. Abrió los ojos como platos y corrió hacia su jefe.

—¡Conway! ¡Conway! 

—¿Qué coño quieres? Mueve el trasero para tu puesto y sigue trabajando. 

—Pero hazme caso —se quejó, cuando Conway ni siquiera se volteó—. Te conviene saber que García quiere una reunión general esta misma noche. 

Conway volteó a verle alzando una ceja, con una indudable sonrisa (perturbadora, a su parecer) de lado a lado. Le arrebató el aparato de una vez para desengañarse él mismo, leyendo las escuetas palabras que ponían: "Hoy a las 10 de la noche. Mandad ubicación." Un mensaje en demasía formal en contraste con todos los anteriores que ponían corazones, caritas felices, apodos ridículos, y hasta audios.

—¿Qué dirección podría estar mejor? —se acomodó los lentes, pensando. Podía ser la playa, pero en su exageración, no quería que Gustabo se sintiera condicionado por una mala experiencia. Por otro lado, recordaba muy bien que al chico le había hecho ilusión conocer la base—. ¡Ya sé dónde!

〈INTENABO +18〉 Entrégate a míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora