✎Palabras: 2,700.
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Maldiciendo a Michelle en castellano, catalán, francés, y todos los idiomas de los que pudiera sacar un improperio, Gustabo dio un portazo en las instalaciones del CNI. Conway lo seguía de más atrás, luciendo engreído por todo el asunto.
—Si te dolían los pies podría haberte cargado, muñeca.
—Que no, mano larga —le espetó. Sacó su tarjeta de identificación del bolsillo y la deslizó en la ranura para que le tomara los datos. Después pasó el scanner de retina y huella digital; sólo entonces, la última muralla de seguridad se abrió de par en par—, es por aquí, ven.
Accedieron a un complejo armamentístico inmenso que servía como lugar de práctica de tiros, armario de utensilios policiacos y, por el ala este, un hangar con varios helicópteros, una avioneta y pequeñas unidades de combate muy parecidos a los que se encontrarían en la fuerza militar aérea. Conway silbó, tantito impresionado por lo que veía. Era más que sus existencias hábiles en lo que a material se refiere, pero tampoco era la gran cosa. Conocía al menos tres formas (tediosas, eso sí) de conseguir algo parecido.
—Nada mal, nenaza. Tienen buenos juguetitos.
—Evidentemente.
Por la parte trasera una puerta automática cedió el paso a un hombre con el rostro tapado por un barbijo, cabello rubio peinado en rastas y ojos calculadores. Su mirada escrutadora nunca abandonó el lado del líder de La Entidad. Entrecerró los ojos hacia el Intendente, como constatando algo dentro su cabeza.
—¿El Calavera sabía que ibas a traerlo aquí? —Inquirió, con desconfianza.
—Sí, él me autorizó. Dijo que siempre y cuando yo conociera la base de ellos, era... Justo, por decirlo de alguna forma, que ellos dieran un vistazo. Igual, la sede no es tan anónima que digamos, Gringo. Aparece en Google Maps.
Gringo suspiró de acuerdo y pasando a un lado de ellos, advirtió por encima:
—Siempre estoy en el edificio y aquí hay cámaras y medidas de contingencia contra quién sea, amigo —lo mencionado iba dirigido a Jack—. Cuidado con lo que intentes hacerle.
—No voy a hacerle nada, joder.
—Eso espero —luego de dejar caer su amenaza, terminó de cruzar el pasillo y entró por otra puerta corrediza automática.
Gustabo le restó importancia al intercambio, demasiado crispado como para quejarse de ser sobreprotegido. Sacó un juego de llaves de su bolsillo y quitó el candado de un locker sofisticado, apartó algunos cascos que estaban al borde y rebuscó, sacando una cesta con varios tásers.
—Toma una maleta de allá para poder llevarlo todo. Y si te vas a quitar ese traje, este es el momento de hacerlo. Ahí hay un cambiador.
—Voy a ir a quitarme esta mierda primero.
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〈INTENABO +18〉 Entrégate a mí
Hayran KurguEl Superintendente de Los Santos siempre está en la mira. Sabe más de lo que aparenta, tiene secretos guardados y, para variar, es el alma gemela de su criminal más buscado y principal dolor en el culo (aunque no literalmente, por ahora). 〉Mafioso J...