Capítulo once

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Capítulo once







Durante todos los años de amistad que tenían, Louis muy pocas veces pensó en lo atractivo que Harry era. En un inicio le causaba repulsión ese tipo de ideas por el hecho de que desde la primera vez que vio a Harry lo consideró un hermano pequeño al que debía proteger de todo mal y de todo alfa que quisiera molestarlo. Sin embargo, hubo una época en la que las hormonas fueron más fuertes que su lado racional y reconoció que Harry era un omega demasiado atractivo y que, además, olía maravilloso. 

Para su mala suerte, todo tipo de pensamiento relacionado con Harry quedó muy en lo profundo de su ser. Jamás fue capaz de demostrar que se sentía atraído por él ni planeó hacerlo porque sabía que no sería mutuo. Desde que lo salvó de aquellos niños que lo molestaban Harry no dejó de verlo como un mejor amigo y las posibilidades de que eso cambiara eran prácticamente nulas. Y Louis estaba bien con ese hecho, ciertamente no pretendía más, sin embargo en la actualidad no podía creer cómo logró resistir durante la adolescencia. 

Harry era un omega físicamente hermoso y también tenía una personalidad que a Louis le encantaba. Pero lo mejor era su aroma. Su aroma que le daba ganas de acercarse, hundir el rostro en su cuello y marcarlo para que nadie más se le acercara. Ciertamente no era la primera vez que se sentía posesivo con él, pero jamás había sido demasiado fuerte el deseo. Comenzaba a sospechar que se debía al par de besos que se habían dado en la última semana en repetidas ocasiones. Además de la mordida, que inevitablemente activaba en ambos instintos que antes no tenían.

Lo estaba volviendo un poco loco. 

Soltando un profundo suspiro, miró a Harry que se encontraba ordenando la cocina, guardando los víveres que habían comprado porque, según él, no quedaba nada sano para comer. Louis sentía que se veía encantador con su expresión llena de concentración, como si estuviera preguntando muy minuciosamente dónde debía poner cada producto.

—Estás muy lindo hoy. 

Él mismo se llenó de sorpresa por su repentino comentario y por eso entendió la reacción de Harry, que lo miró primero pareciendo confundido. Luego bufó negando con la cabeza y regresó su atención a lo que estaba haciendo. 

—No digas tonterías, Lou. Ven a ayudarme, por favor.  

Soltando una pequeña risa, Louis bufó lleno de humor y se acercó a las bolsas donde estaban todos los víveres y comenzó a sacarlos. Los metió en las alacenas sin importar que Harry estaba haciéndolo en un cierto orden y que recibió más de una mala mirada por su actitud despreocupada, a lo que simplemente se encogió de hombros. Por lo menos estaba ayudando, esa era su pobre excusa. Sin embargo, no fue la única expresión que Harry le dio ya que siempre que pudo, cuando guardaba algún que otro producto en una alacena, se le acercó de más por detrás, sonriéndole con falsa inocencia mientras lo dejaba marcado sutilmente con su aroma. 

—No hagas eso, idiota —murmuró Harry con un tono lleno de advertencia. Louis rió y se alejó un poco, continuando con lo que estaban haciendo. 

Le causaba un poco de gracia que Harry quisiera alejarlo incluso aunque no parecía incómodo. Probablemente se debía al hecho de que eran amigos y que, además, dejar que un alfa marcara con su aroma a un omega era considerado un acto de mucha confianza, la cual ellos tenían pero en un contexto de amistad. Por eso se atrevió a hacerlo algunas veces más, recibiendo miradas irritadas de Harry, aunque no comentarios de que se detuviera.

Cuando acabaron de ordenar, Harry comenzó a hablar de que tenía ganas de cocinar ese día y no que lo hiciera Grace como últimamente sucedía. Louis pensó en decir que no hacía falta, que quizá lo mejor que podían hacer era mirar una película y descansar luego estar durante horas fuera de la casa haciendo compras. Además él mismo necesitaba olvidar de alguna manera el hecho de que su padre cada día le pedía un nuevo estatus de cómo estaban con la convivencia. Olvidar todo junto a Harry sería lo mejor. Sin embargo, decidió apoyarlo en la idea, pues no tenía por qué contagiar la mala energía que Rusell le dejaba. 

Mordida EquivocadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora