Prólogo

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Prólogo






—Detenganse, idiotas, asustarán a Harry. 

Louis negó con la cabeza al oír que la risa de sus amigos no disminuyó en lo absoluto. Fue en vano y por supuesto sospechó que así sería, pero lo intentó. Trató de expresar eso con una mirada y cuando vio a Harry sonreír y rodar los ojos supo que de todas formas no importaba demasiado. Lo alivió, ciertamente, pues significaba que a pesar de que lo estaban molestando todo se encontraba bien.

Era el último día de la semana y como cada viernes desde hacía algunos años se encontraban en el departamento de Jacob bebiendo y jugando juegos de mesa. Normalmente acababan en disputas por alguien perdiendo o porque decidían molestarse hasta que alguno se enfadaba, y en ese momento el turno era de Harry.

A Louis personalmente le parecía divertido porque era consciente de que las bromas eran solo eso, sin embargo no quería que su mejor amigo se sintiera incómodo, pues podía llegar a ser bastante temperamental en ocasiones y a veces las ocasiones eran más sorpresivas de lo que le gustaba a todos. Aunque Harry parecía estar de buen humor esa noche, así que no se preocupó mucho. 

—Oh, vamos —dijo Jacob sin dejar de reír—. No importa que lo molestemos, Lou. Luego puede pedirle apoyo al tonto de Dave —se burló. 

—No me pruebes, Jake —Harry advirtió, de repente pareciendo menos divertido que antes, señalando a Jacob con las cartas que estaba utilizando en el juego. 

Louis rio un poco mirando sus propias cartas. Recibió un leve golpe en el brazo y llevó sus ojos a la persona que lo había hecho notando que se trataba de Harry. Se limitó a guiñar un ojo en su dirección, divertido. 

Se habría molestado un poco si no se tratara de su mejor amigo y si no se tratara de un omega. Conocía a Harry desde hacía tantos años que esos gestos estaban permitidos entre ambos, aunque siempre siendo cuidadosos con el otro. A pesar de que bromeaban constantemente lo que menos deseaban era herirse de cualquier forma posible, por lo que intentaban ser cautelosos al respecto.

A Louis le agradaba tener ese tipo de relación con Harry ya que había tanta confianza que era posible que se llevaran de una manera poco convencional para un alfa y un omega. 

—¿Quieres que te cuente otra historia, Harry? —preguntó Brandon con una gran sonrisa. 

—Bueno, ya estuvo, chicos —interrumpió Louis asegurándose de mostrar hartazgo en su voz—. Ustedes no lo saben pero luego Harry tiene miedo y termina llamándome en plena madrugada asustado porque escucha ruidos fuera de su departamento. 

—¡Fue solo una vez y era cierto, Louis! 

—Era el gato de la vecina que se había metido en su departamento —explicó Louis al resto de sus amigos con suficiencia, recibiendo un coro de carcajadas. 

La situación fue divertida, Louis lo admitía sin problema alguno con la tranquilidad que significaba estar rodeado de sus amigos, pues para la suerte de tanto Harry como de él no había sido más que un susto. De todas formas recordaba a la perfección lo asustado que estaba Harry y casi le daba escalofríos traerlo al presente, pero también agradecía que terminó siendo una falsa alarma. Sólo por eso se tomaba la libertad de bromear.

El miedo de todo omega era que se metiera un alfa desquiciado en el lugar donde más se sentía seguro y acabara con eso que tanto le costaba conseguir, en un mundo donde poco se lo respetaba. 

Así que esa noche Louis fue rápido al departamento y en menos de quince minutos estaba allí abriendo la puerta con la llave que tiempo atrás Harry le había dado por si ese tipo de emergencias se presentaban. Ambos no hicieron más que reír cuando encontraron al gato de la vecina caminando tranquilamente por la sala principal, pero detrás de la diversión apenas pudieron ocultar el miedo que sintieron. Incluso en la actualidad lo recordaban con algunas risas y con cierta tensión a la vez.  

Mordida EquivocadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora