Final

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Final

 




Silencio.

Además del barullo de los empleados fuera de la oficina, lo único que había en el lugar era silencio. Ninguna de las tres personas que se encontraban allí quería decir una palabra. Por un lado, Dustin sonreía y por otro Louis parecía sorprendido, mientras que Harry estaba a segundos de romper en llanto. 

—Dime algo —Harry le pidió a Louis con la voz quebrada. Hacía varios minutos que estaba quieto en la entrada de la oficina, observando en silencio, y no hacía más que ponerlo nervioso. 

Harry sintió las lágrimas comenzar a bajar por sus mejillas y soltó un gemido bajo e involuntario. Impulsivamente se llevó una mano a la boca, evitando que se le escaparan más. 

Quería a Louis rodeándolo con sus brazos, protegiéndolo.

—¿Que estás qué? —escuchó que alguien detrás de Louis gruñó. 

Harry miró hacia el lugar del cual llegó la voz y abrió los ojos muy grandes al notar que se trataba Rusell. Su respiración se tornó rápida y se alejó de la puerta tanto como fue posible. Dustin tomó su mano para detenerlo pero forcejeó hasta soltarse y continuó yendo hacia atrás, alejándose de Rusell Tomlinson. 

Sin duda iba a matarlo. Lo tenía muy claro. Al hombre jamás le gustó que fuera amigo de Louis y menos su pareja, así que no había duda de que tampoco querría al posible nieto que estaba cargando.

—Tú no te metas —La voz baja de Louis se hizo oír luego de estar en silencio por un largo lapso de tiempo. Se adentró del todo a la oficina y le habló a Dustin: —Vete, llévate a Rusell, necesito hablar con Harry a solas.

—¡Felicidades, amigo! Estoy seguro de que serás un gran padre —exclamó el beta con aparente sinceridad antes de salir por la puerta con una gran sonrisa.

Harry vio a Louis negar con la cabeza y luego llevó su vista a él. Abrió los ojos muy grandes cuando comenzó a acercarse y retrocedió hasta chocar contra el gran ventanal de la oficina. 

Tenía miedo. En la ocasión pasada, cuando también sospechó que podía estar esperando un bebé, Louis no estaba feliz con la idea; ni él lo estaba, ciertamente. Nada había cambiado. La diferencia se encontraba en que lucía más enojado que meses atrás, y eso lo asustaba porque no sabía qué podría hacer o decir. 

Louis llegó frente a él en algún momento de su distracción, y cuando lo notó, instintivamente llevó ambas manos a su abdomen. Porque si había algo ahí no permitiría que ni Louis ni nadie le hiciera daño. Tampoco Jared, que al parecer supo antes que nadie de su estado y se encargó de amenazarlo.

—No te alejes, Harry —pidió Louis en un tono de voz bajo. Parecía enojado y no estaba seguro si el enojo iba dirigido a él o a algo más—. Sabes que no te haría daño.

—P-pero estás enojado. Y no quieres tener hijos. ¡Si estoy embarazado no pienso abortar, así que si quieres que lo haga tendrás que matarme!

Louis lo miró ofendido y comenzó a soltar más feromonas que dejaban en claro lo tan enojado que se sentía con lo que decía, o por el posible embarazo. Harry no estaba seguro de qué opción era la correcta y tenía miedo de saberlo. Acabó ladeando la cabeza para mostrarle su cuello y soltó un suave gemido lleno de apremio, sintiéndose aún más asustado que antes, probablemente por lo inhibido que el estado actual de Louis lo ponía.

—¿En serio crees que te lo pediría? —preguntó en voz baja—. Por dios, no me muestres tu cuello. Mírame y dime si piensas que realmente podría hacer algo así con nuestro hijo.

Mordida EquivocadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora