Capítulo ocho

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Capítulo ocho



El primer día de Harry en su universidad siendo el compañero del hijo de un importante empresario del país, fue incómodo. Según lo que muchos decían ya era extraño que un omega marcado se dedicara a estudiar, pero que lo hiciera el novio del hijo de un alfa conocido también por ser tradicional llamó mucha más la atención, a tal punto que algunas personas se acercaban descaradamente para preguntarle si era verdad lo que se decía, y entonces qué hacía allí siendo que ya estaba marcado. Se limitó a mirarlos con desdén y no responder. Pero lo que terminó con su paciencia fue que un profesor, mientras daba la clase, parecía demasiado interesado en la marca en su cuello. 

Era absurdo. Más de un omega que iba a esa universidad estaba marcado. No había muchos, lo admitía, pero él no era una gran excepción y que lo trataran como si lo fuera le resultó exasperante. Por esa razón acabó pidiéndole a Louis que lo buscara antes de que sus clases acabasen. La vida ya era bastante complicada como para agregar a la lista que le daban un trato diferente en la universidad solo por lo que había en su cuello. 

—¿Todo mal? —fue lo primero que Louis preguntó cuando se metió en el auto, mirándolo con extrañeza. ¿Desde cuando tenía auto? 

—¿De dónde has sacado esto? —cuestionó, observando el interior del vehículo.

—Le dije a Rusell que necesitaba algo para poder movernos y me dio las llaves de este auto —se encogió de hombros arrancando el motor del auto—. De todas formas, ¿qué sucedió? Pensé que tendrías clases hasta la tarde. 

Harry rodó los ojos y bufó. No tenía muchas ganas de hablar del tema pero Louis olía demasiado bien, parecía de buen humor y dispuesto a darle palabras de aliento. Entonces le contó y también le comentó que Dave no dejaba de enviarle mensajes que con gusto respondía, pero no podía dejar la culpa atrás como para disfrutarlos. Eso último pareció molestarlo, pues comenzó a largar un aroma bastante amargo, diferente al que normalmente solía calmarlo. 

—Pues deja de hablar con él, es simple —Louis dijo, quitando la vista del camino por segundo y llevándola al celular, que lo tenía en la mano izquierda y había sonado. Harry quiso regañarlo por estar manejando sin ambas manos en el volante. 

—No es tan sencillo, Louis. Quiero hablar con él. 

—Pero sabes que no deberías, ¿verdad? Rusell nos molestará mucho por esto. 

—No me interesa Rusell. Demasiado con que estoy aquí soportando sus mierdas, ¿no te parece? 

Trató de sonar firme en sus palabras pero su voz se volvió un poco temblorosa al final. Soltó un bufido por eso y llevó sus ojos a la ventana de su costado en el mismo momento que Louis detuvo el auto en un semáforo. No lo volvió a mirar hasta que sintió una vez más el mismo aroma que antes, solo que ahora el enojo al parecer estaba dirigido a lo que observaba en el celular. Cuando lo arrojó sobre el tablero con fuerza, Harry hizo una mueca y supo que efectivamente había leído algo que no fue de su total agrado. Decidió no preguntar por el momento y se quedó callado el resto del camino. 

El enojo de Louis logró calmar su propio mal humor. Ahora se sentía demasiado inquieto y necesitaba que detuviera ese aroma que estaba desprendiendo ya que de otra manera se pondría a llorar de la desesperación. No tenía idea de cómo actuar ante lo nuevo de ese sentimiento, por lo que decidió hablar. 

—¿Qué es lo que pasa? —preguntó con cierta cautela, notando que estaban a punto de llegar al departamento de Louis—. No me gusta tu aroma y me está haciendo mal. 

Louis tomó una fuerte respiración, al parecer tratando de calmarse, y Harry sintió cómo de a poco el aroma dejó de estar presente en el auto. No se marchó del todo, pues probablemente debía ventilar un poco el ambiente para eso, pero al menos ahora era posible respirar. 

Mordida EquivocadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora