𝐀 𝟏𝟓𝟏 𝐝𝐢́𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐠𝐫𝐚𝐝𝐮𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧

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POV JENNIE

Las tres y media. Aparcamiento del instituto.

Estoy a pleno sol, protegiéndome los ojos con una mano. Al principio no la veo. Tal vez se ha ido sin mí. O tal vez yo he salido por la puerta equivocada. La ciudad es pequeña, pero el instituto es grande. Hay tres mil alumnos porque somos el único instituto en muchos kilómetros a la redonda. Podría estar en cualquier parte.

Me apoyo en el manillar de mi bicicleta, un trasto viejo de color naranja y diez marchas heredado de Jisoo. Ella le puso de nombre Dalgom porque le gustaba decir a nuestros padres: «He estado montando a Dalgom» y «Voy a montar un rato a Dalgom».

Aparece Chaeyoung, una nube de tormenta de color rosa fluorescente. La sigue tranquilamente Hyolyn.

-Está allí -dice Chae. Me señala con una uña pintada de azul-. Si le partes el corazón, le arrearé una patada a ese culo flacucho tuyo que te mandará hasta Kentucky. Lo digo en serio. Lo último que necesita es que juegues con su cabeza. ¿Entendido?

-Entendido.

-Y lo siento. Ya sabes. Por lo de tu hermana.

Miro hacia donde Chae señala ahora. Lisa Manoban está apoyada en un monovolumen
pequeño, las manos en los bolsillos, como si tuviera todo el tiempo del mundo y estuviera esperándome.
Pienso en las frases de Virginia Woolf, en las de Las olas: «Pálida, con cabello oscuro, la que se acerca es melancólica, romántica. Y yo soy espigada, fluida y caprichosa; porque ella es melancolía, es romántica. Está aquí...».
Me acerco a ella empujando la bicicleta. Su cabello oscuro está alborotado como si hubiera estado en la playa, aunque en Bartlett no hay playa, y la luz crea en él reflejos de color negro azulado.
Es tan blanca de piel que se le ven las venas de los brazos.

Abre la puerta del acompañante del coche.
-Bienvenida.

-Te dije que nada de coche.

-No he pensado en coger la bicicleta, de modo que tendremos que pasar por mi casa para
recogerla.

-En este caso, te seguiré.

Conduce más despacio de lo necesario y en diez minutos llegamos a su casa. Es un edificio colonial de dos plantas construido en ladrillo con arbustos bajo las ventanas, persianas negras y una puerta de color rojo. Hay un buzón de correos también rojo en que se lee MANOBAN.

Espero en el camino de acceso mientras ella intenta localizar una bicicleta entre el caos del garaje. Al final la encuentra, la levanta y la saca al exterior. Observo los movimientos de flexión de la musculatura de sus brazos.

-Puedes dejar la mochila en mi habitación.
Saca el polvo del sillín con la camiseta.

-Llevo allí todas mis cosas...
Un libro de historia de Indiana que he sacado de la biblioteca al acabar la última clase y bolsas
de plástico de diversos tamaños -cortesía de una de las señoras del comedor-, para cualquier recuerdo que podamos encontrar.

-De eso ya me ocupo yo.

Abre la puerta y la aguanta para que yo pase. Parece una casa normal y corriente, no el lugar donde esperarías que viviese Lisa Manoban. Las paredes están cubiertas con fotografías escolares enmarcadas.
Lisa en la guardería. Lisa en primaria. Cada año tiene un aspecto distinto, no solo en cuanto a la edad, sino también como persona. Lisa la Payaso de la clase. Lisa la Torpe.
Lisa la Chuleta. Lisa la Deportista.

Abre de un empujón una puerta que hay al final del pasillo.
Las paredes son oscuras, de un tono rojo intenso, y todo lo demás es negro: la mesa, las sillas, la librería, la colcha, las guitarras. Hay una pared entera cubierta con fotografías, notas, servilletas y pedazos de papel. En las otras paredes hay pósters de conciertos y una fotografía grande en blanco y negro de ella en un escenario, guitarra en mano.
Me quedo delante de la pared con las notas y le pregunto:
-¿Qué es todo esto?

𝐢'𝐦 𝐣𝐮𝐬𝐭 𝐥𝐞𝐚𝐯𝐢𝐧𝐠 (jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora