𝐄𝐥 𝐩𝐫𝐢𝐦𝐞𝐫 𝐝𝐢́𝐚 𝐝𝐞 𝐜𝐚𝐥𝐨𝐫

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POV LISA

La segunda semana de febrero tenemos una tempestad de nieve de categoría cinco que deja a toda la ciudad sin luz durante dos días. Lo mejor de aquello es que se cancelan las clases, pero lo peor es que ha caído tanta nieve y hace tantísimo frío que no puedes estar en la calle más de cinco minutos seguidos.
Me digo que no es más que agua en otro formato, y voy caminando hasta casa de Jennie, donde construimos el muñeco de nieve más grande del mundo.
Le ponemos de nombre «señor Black» y decidimos que se convertirá en un destino de las excursiones de los demás.

Después nos sentamos con sus padres junto a la chimenea y finjo formar parte de la familia.
En cuanto las carreteras están despejadas, Jennie y yo nos adentramos con mucho, muchísimo cuidado en ellas para ver el puente del Arco Iris, la tabla periódica gigante, los Siete Pilares y el lugar de linchamiento y sepultura de los hermanos Reno, los primeros ladrones de trenes de Estados Unidos.
Trepamos por las empinadas paredes de la cantera del Empire, de donde extrajeron las 18.630 toneladas de piedra necesarias para construir el Empire State Building. Visitamos el Indiana Moon Tree, que es un sicomoro gigante de más de treinta años que creció a partir de una semilla que viajó con los astronautas a la luna y luego volvió. Este árbol es la estrella del rock de la naturaleza, porque es uno de los cincuenta que quedan vivos de los quinientos que se plantaron.
Vamos hasta Kokomo para escuchar el zumbido eléctrico y aparcamos el Pequeño Cabrón a los pies de Gravity Hill y subimos poco a poco hasta arriba. Es como la montaña rusa más lenta del mundo, pero funciona, y minutos más tarde estamos en lo alto. Después la llevo a celebrar nuestra cena de San Valentín en mi restaurante favorito de la ciudad, Familia Feliz, que está al final de un centro comercial de edificios adosados a unos veinticinco kilómetros de casa. Sirven la mejor comida china al este del Mississippi.

El primer día de calor cae en sábado, razón por la cual acabamos en el Blue Hole, o agujero azul, un lago de poco más de una hectárea de superficie que se asienta en una propiedad privada. Preparo nuestras ofrendas: las puntas de sus lápices del número dos y cuatro púas de guitarra rotas. El aire es tan caliente que ni siquiera necesitamos la chaqueta, solo jerséis, y después del invierno que llevamos hasta la fecha, parece casi tropical.

Le tiendo la mano y la guío terraplén abajo hacia el lago de forma redondeada y flanqueado por árboles. Es un lugar tan íntimo y silencioso que me imagino que somos las dos únicas personas del mundo, que es como en realidad me gustaría que fuera.

-Muy bien -dice Jennie, y exhala prolongadamente, como si hubiera estado todo ese rato conteniendo el aire. Lleva las gafas colgadas al cuello-. ¿Qué lugar es este?

-Es el Blue Hole -digo-.
Cuentan que no tiene fondo, o que el fondo es de arenas movedizas. Dicen que en el centro del lago hay una fuerza que te succiona hacia abajo y te conduce a un río subterráneo que es afluente del Wabash. Dicen que te conduce a otro mundo. Que es un escondite
donde los piratas ocultaron un tesoro y donde los contrabandistas de alcohol de Chicago enterraban los cuerpos y arrojaban los coches robados. Que en los años cincuenta, un grupo de adolescentes estuvo nadando aquí y desapareció sin dejar rastro. En 1969, dos ayudantes del sheriff llevaron a cabo una expedición para explorar el Hole, pero no encontraron ni cuerpos, ni tesoro, ni cadáveres. Tampoco encontraron el fondo. Lo que sí encontraron fue un remolino que casi acaba engulléndolos.

He aparcado la gorra roja, los guantes y el jersey negro, y llevo uno de color azul marino y pantalones vaqueros. Me he cortado el pelo, y cuando Jennie me ha visto, ha dicho: «Lisa la Americana Total».

Me descalzo y me quito la camiseta. Al sol hace casi calor y me apetece nadar.

-Agujeros azules sin fondo como este los hay por todo el mundo, y todos tienen mitos similares asociados. Se formaron como cuevas, hace miles de años, durante la última glaciación. Son como los agujeros negros de la tierra, lugares de los que nada puede escapar y donde el tiempo y el espacio tocan a su fin. ¿No te parece alucinante que nosotros tengamos uno?
Jennie vuelve la cabeza y mira hacia la casa, el coche y la carretera, y luego me sonríe.
-Muy alucinante.

𝐢'𝐦 𝐣𝐮𝐬𝐭 𝐥𝐞𝐚𝐯𝐢𝐧𝐠 (jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora