𝐀 𝟏𝟒𝟕-𝟏𝟒𝟔 𝐝𝐢́𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐥𝐢𝐛𝐞𝐫𝐭𝐚𝐝

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POV JENNIE

La mañana siguiente. Mi casa.

Salgo por la puerta y me encuentro a Lisa tumbada en el césped, los ojos cerrados, las botas negras cruzadas a la altura de los tobillos. La bicicleta descansa a su lado, entre la acera y el césped.
Doy un puntapié a la suela de una bota.
-¿Te has pasado toda la noche aquí?
Abre los ojos.

-¿Así que sabes que vine? Es difícil adivinarlo cuando una se ve ignorada aun haciendo, si se
me permite el comentario, un frío polar. -Se incorpora, se carga la mochila a la espalda y levanta la bicicleta-. ¿Más pesadillas?

-No.
Mientras saco a Dalgom del garaje, Lisa recorre la acera arriba y abajo con su bici.
-¿Así que adónde vamos?

-Al instituto.

-Me refiero a mañana, cuando vayamos de excursión. A menos que tengas planes más
importantes.
Lo dice como si supiera que no los tengo.
Pienso en Kai y el autocine. No le he dicho todavía ni que sí ni que no.
-No sé si estaré libre mañana.

Nos ponemos en marcha, Lisa acelerando, dando media vuelta, acelerando de nuevo, luego
otra media vuelta.
El recorrido es tranquilo hasta que dice:
-Estaba pensando que, como tu pareja de trabajo y chica que te salvó la vida, debería saber qué
pasó la noche del accidente.

Dalgom se tambalea y Lisa estira el brazo para que la bicicleta y yo mantengamos el equilibrio.
Me recorre de nuevo la corriente eléctrica, como el otro día, y recupero la estabilidad. Rodamos un minuto con la mano de Lisa sujetando mi sillín por detrás. Mantengo los ojos bien abiertos por si aparecen Nayeon o Mina, porque sé qué pensarían.

-¿Qué sucedió? -Aborrezco que saque a relucir el accidente así sin más, como si no pasara nada por hablar del tema-. Te contaré cómo me hice la cicatriz si tú me cuentas lo de esa noche.

-¿Por qué quieres saberlo?

-Porque me gustas. No en plan romántico, ni «anda, liémonos», sino como compañera de geografía de Estados Unidos. Y porque te iría bien hablar sobre ello.

-Tú primero.

-Estaba actuando en Chicago con unos tipos que conocí en un bar. Me dijeron: «Hola, tía, nuestro guitarrista se ha largado y parece que sabes moverte en el escenario». De modo que subí, sin tener ni idea de lo que yo hacía, de lo que ellos hacían, pero nos enrollamos. Yo era más buena que Hendrix... Lo sabían, y el antiguo guitarrista de la banda también lo sabía. De modo que el hijo de
puta fue directo a por mí y me abrió un tajo con su púa de guitarra.

-¿De verdad fue eso?
Ya se ve el instituto. Hay chicos que salen de los coches y esperan por los jardines antes de
entrar.
-Es posible que hubiera también una chica de por medio. -Por su expresión no sé si me está
tomando el pelo o no, pero estoy casi segura de que es así-. Tu turno.

-Solo después de que me cuentes qué sucedió de verdad.
Pedaleo con fuerza y acelero en dirección al aparcamiento de bicicletas. Cuando me detengo,
Lisa está justo detrás, partiéndose de la risa. Oigo el teléfono que no para de sonar en el bolsillo. Lo saco y veo que hay cinco mensajes de Mina, todos iguales:
«¿¿¿Lisa la Friki??? ¿De qué huevos va esto, tía?».
Miro a mi alrededor pero no la veo por ninguna parte.

-Hasta mañana -me dice.

-La verdad es que tengo planes.

Mira el teléfono y luego me mira a mí, lanzándome una mirada difícil de interpretar.
-De acuerdo. Está bien. Nos vemos, nini.

-¿Qué me has llamado?

-Ya me has oído.

-El instituto es por ahí -digo, señalando el edificio.

𝐢'𝐦 𝐣𝐮𝐬𝐭 𝐥𝐞𝐚𝐯𝐢𝐧𝐠 (jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora