Capítulo XI

455 72 23
                                    


—La voy a invitar a salir.

—¿Huh? —el rubio miró a su amigo sin comprender.

—A Ashido. Me cae bien, es bonita, divertida. La invitaré a salir.

Katsuki frunció su ceño y soltó una risa burlona, volviendo su vista hacia lo que estaba preparando en su cocina. Era viernes, al día siguiente no debía trabajar y Kirishima había decidido autoinvitarse a su casa a pasar el rato como ellos sabían hacerlo: comida casera y videojuegos.

—¿Cómo sabes que no tiene novio? O que no te mandará a volar.

—No lo sé simplemente —se encogió de hombros con una sonrisa—. Pero, hay que arriesgarse, ¿no?

—Idiota —murmuró, tapando la olla.

—¡Oh, ya sé! Tú invita a Uraraka y yo a Ashido. La fiesta de Navidad del canal parece buen inicio para una cita doble, ¿qué opinas?

Bakugo volteó a verlo con una expresión demasiado seria. Eijiro simplemente comía de unos pepinillos que habían en el mesón, sin percatarse de la expresión de su amigo.

—De verdad eres un imbécil, Eijiro.

—¿Ahora qué hice?

—Existir —respondió rápido.

Kirishima iba a reclamar, pero unos aullidos provenientes de la sala llamaron la atención de ambos hombres. Bakugo suspiró, y bajándole el fuego a la cocina, se encaminó hacia el lugar, con su amigo detrás.

Aquel can que había encontrado unas semanas atrás estaba ahí, vivo de milagro, pero recuperándose lentamente.

—Decidiste quedártelo.

—No podía dejarlo —contestó neutro, acariciando su cabeza. El perro cerró sus ojos, pareciendo relajarse al tacto—. Sería cruel.

El pelirrojo suspiró. Se cruzó de brazos y se apoyó en la pared, mirando a su amigo con preocupación.

—Kats... Oye, no lo hiciste porque aún sientes culpa, ¿verdad?

El rubio no contestó de inmediato. Siguió mimando a su perro, a la vez que le acercaba su pote con agua y comida.

—No.

—Viejo, eso ya pasó. El caso se cerró, además...

—Kirishima —interrumpió, mirándole sin ninguna expresión—. Basta. No quiero hablarlo.

Se formó un silencio entre ambos bastante tenso. El pelirrojo suspiró derrotado, asintiendo con su cabeza. Se mantuvieron unos segundos así, hasta que el rubio se devolvió a la cocina a terminar lo que estaba preparando.

Kirishima le siguió en silencio, sin saber qué decir sin que su amigo explotase. Sabía que era un tema complicado, pero también pensaba que a lo mejor hablarlo le ayudaría a poder superarlo de alguna forma. Era su mejor amigo, y solo quería verlo bien.

 Era su mejor amigo, y solo quería verlo bien

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Bajo Los FocosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora