Capítulo XXIII

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La tensión era tal que incluso el aire comenzaba a sentirse escaso, la incomodidad era palpable y eso que aún uno de ellos seguía afuera del apartamento.

—¿Qué, acaso quieres volver a usar la casa de mi novia como hotel gratuito?

Las palabras de Todoroki habían salido con tal resentimiento, que incluso Ochaco se sintió afectada por ello. Bakugo, por su lado, frunció el ceño mientras mantenía sus manos en sus bolsillos, tratando de aparentar que eso no le molestó en lo absoluto. Lo mejor sería ignorar a ese bastardo.

—Ochaco, ¿puedo hablar contigo?

Shoto pareció bastante molesto por como el actor decía con tanta confianza el nombre de su chica en voz alta. Uraraka lo notó, pero al contrario de cuando lo escuchó la primera vez en el trabajo, esta vez solo le causó un nivel de estrés terrible. Suspiró, y antes de que su novio pudiera contestar, ella se adelantó.

—Estas ya no son mis horas de trabajo, Bakugo. Si quieres hablar, que sea mañana, en el canal.

—Mejillas-

—O mejor: habla con Setsuna. No vive muy lejos de aquí.

Sin esperar otra respuesta, cerró la puerta en su cara. El rubio gruñó por lo bajo cabreado, pero tampoco iba a insistir. Tenía su maldito orgullo, si ella no quería... ¿No quería qué? ¿Oírle? ¿Contenerle porque emocionalmente estaba como un estropajo en ese minuto? No. Carajo, ni siquiera sabía porque había llegado a la casa de la maquilladora. Simplemente salió furibundo de su propio hogar y le indicó al taxista el primer lugar que se le vino a la mente.

Además, si le hubiese dejado entrar, ¿qué habría dicho? No, peor: ¿qué demonios habría hecho? ¿Abrazarla? ¿Quedarse como una jodida estatua al darse cuenta de dónde estaba? No, pésima idea. Debía recordar golpearse por ser tan... impulsivo. E idiota.

Caminó de regreso a la casa de Eijiro. Según recordaba, no quedaba tan distante de la de Uraraka, además que también le serviría para intentar despejarse de todo.

Por otro lado, Ochaco mantenía su mano empuñada sobre la puerta cerrada. Sentía demasiada frustración y rabia al ver al actor frente a su puerta como si nada después de su horrible mal actitud con ella. Primero, ¿irse sin agradecer y encima volver para quizás pedirle el mismo favor? Que se pudra. Segundo, evitarla en su trabajo. El lugar donde están forzosamente a compartir unos minutos donde ella de verdad esperaba tenerlo frente a su espejo para preguntarle si había algo mal que lo hizo salir casi corriendo, tratar de ser su amiga y ver si ya estaba mejor de lo que sea que le hubiera pasado.

Pero no.

Tenía que actuar como un real imbécil.

—¿Ocha? —la voz de su prometido la sacó de su ensimismamiento—. ¿Me puedes por favor explicar qué quería ese tipo?

Habían recientemente logrado reconciliarse de su primera (y ojalá última) gran pelea, pero Katsuki Bakugo decidió aparecer y hacer retroceder todo eso. Shoto tenía esa expresión latente de molestia en su rostro, claramente esperando alguna respuesta coherente por parte de la castaña.

—No lo sé.

Todoroki la miró enarcando una ceja, mientras se cruzaba de brazos.

—Claro.

—¡De verdad que no lo sé! —Ochaco cerró sus ojos e inspiró profundamente—. Lo siento. Pero, no esperaba que apareciera después de como se ha comportado hoy.

—Te dije que era una mala idea, Ochaco —contestó secamente—. Dales la mano y te toman el codo. Así son las personas como él.

Uraraka no respondió, simplemente bajó su vista y se alejó de la puerta hacia la cocina. Tenía suerte de que Naomi estuviera en su cuarto con sus audífonos puestos, de lo contrario, se habría acercado corriendo en cuanto escuchara la voz de Bakugo, y con Todoroki allí la tensión habría sido mucho más insoportable.

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