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Taehyung se congeló, el dolor en su pecho se transformó en lágrimas. Pasaron dos segundos en los que las luces y el sonido de los fuegos artificiales hicieron que todos miraran al cielo. Él giró solo para darse cuenta de que Jungkook no. De que la atención de Jungkook seguía sobre él junto con una sonrisa apenas perceptible.

Intentó devolver el gesto, pero apenas y fue capaz de tragarse el sollozo. Asintió sin saber a qué, y entonces observó la mano contraria levantándose a modo de despedida. Jungkook todavía tenía dificultad con el movimiento, sin embargo, no parecía importarle.

Dios, el castaño quería detener el tiempo en ese momento. Levantó su mano para sacudirla también antes de girar dispuesto a irse de una vez, pero se quedó quieto, asustado de que sus piernas fallaran. Sus labios temblaban, las lágrimas seguían cayendo, mas no hizo nada por ocultarlo.

¿Por qué lo haría?

Jungkook ya no podía verlo. Se alejó. Sus piernas no fallaron, sus pulmones no colapsaron y por supuesto que su corazón no se detuvo. La vida seguía, y mientras fuese así, Taehyung agradecería haber tenido esa última oportunidad para pedir perdón.

(...)

Taehyung dejó un sabor extraño tras su partida. No había nada que pudiese explicarle a Jungkook sobre el vacío que caló dentro de su pecho el momento en el que desapareció de su vista, mezclándose entre la gente.

¿Había algo importante que olvidó decir?

Ridículo, estaba siendo ridículo. Únicamente buscando de manera desesperada lo que sea que justificara su partida del país, tanto así que su mente se aferraba a cualquier cosa.

Suspiró, escondiendo sus manos en su chaqueta gris y decidió que era suficiente. Una vez de vuelta en Los Ángeles se aseguraría de disculparse con Yugyeom por haberle mentido; era tiempo de aceptar que no iba a recordar esos tres años, y de hacerlo alguna vez, no creía que cambiaría nada.

Sus ojos fueron al césped bajo sus pies cuando algo brilló debido a las luces que volvían a encenderse en el cielo. Se agachó y tomó lo que resultó ser un llavero. Instintivamente buscó por donde Taehyung se había ido, concluyendo que debió caérsele. Observó con más atención y su ceño se frunció cuando encontró su propio nombre grabado detrás del plástico azul que sostenía una única llave. Era suyo en realidad, la reconoció. Del departamento en el que vivió, el que Yugyeom dijo haber vendido hace años.

¿Taehyung fue quien lo compró? De ser así, ¿por qué tendría su llavero todavía?

Paso la mano por su rostro cuando fue imposible ignorar la desesperación que se disparó, no entendía. Y la persona que podría aclararlo un poco ya no estaba. Relamió sus labios, sus ojos yendo y viniendo como si pudiese hallar alguna respuesta en los rostros sonrientes de las personas al rededor.

Debía ir, sí.

Tomó un taxi y en un par de minutos estaba de pie fuera del edificio. Lo recordaba, la amnesia se había llevado tres años, no los casi siete que residió ahí.

—¿Jungkook? ¿Eres tú? ¡No sabía que vendrías!

No pudo corresponder a la sonrisa que recibió, ni había manera que comprendiera la razón por la que el señor Kang estaba frente a él. Poco a poco el rostro del mayor se volvió preocupación, todavía no lo entendió. Sintió al hombre sostenerlo justo el instante en el que sintió su cabeza dar vueltas, para llevarlo a las bancas de recepción.

—Se fue de Seúl —Jungkook murmuró fuera de sí, su voz se arrastraba como si hubiese bebido. Volvió a observar el rostro del contrario, pero se veía aturdido como él mismo estaba—. Se supone que nadie sabe a dónde, intente buscarlo, pero no había manera de encontrarlo. Yo...

Promesa. [Kookv]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora