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Taehyung seguía mirando a ratos las manos juntas al otro extremo de la mesa. Ellos no estaban siendo obvios sinceramente, pero no iba pasar por alto para el castaño. Mordió su labio inferior desviando sus ojos hacia el papel en manos de su padre, hacía su sonrisa llena de suficiencia que no parecía ir de acuerdo a los números negativos que arrojaban los últimos balances. Dios, de verdad estaban en quiebra, no parecía tener sentido siquiera seguir en esa reunión y no estar ya desalojando y aún así:

—No se ha cumplido el plazo —el señor Kim habló al fin, tranquilidad perturbadora adornaba su rostro. De reojo captó a Jungkook escondiendo su sonrisa molesta y eso lo hizo reír levemente—. Siento haber hecho que tu... Pareja viniera aquí solo para esto. Debe ser incómodo, me disculpo...

—No lo es en absoluto —Jungkook cortó, él estaba intentando no golpear a ese hombre por la mirada que estaba dándoles, la condescendencia humillante que seguía en su semblante pese a tenerlo todo perdido—, no creo que sea más incómodo que aferrarse a unos días más para un desalojo inminente. La disculpa tendría que venir de nosotros.

Taehyung bajó la mirada incapaz de ser participe del juego en el que estaban, Naesang no lucía intimidado y eso únicamente quería decir que tenía todo bajo control aunque eso sonará imposible. Se tensó al oír la risa de su padre, y al mirarlo lo observó yendo hasta él para sostener sus hombros con fuerza que quizás era solo notable para él.

—No tienes que disculparte por nada. —Kim Naesang le dio una mirada rápida a su hijo siendo bastante consciente del leve temblor en sus piernas—. Taehyung piensa igual, ¿verdad, hijo? —preguntó sabiendo que no iba a recibir respuesta, soltó una leve carcajada segundos después—. Siento su silencio, creo que no está acostumbrado a ver parejas tan modernas, suele ser más hablador en realidad.

Jimin tragó deseando poder sacar a su mejor amigo de ahí, maldita sea. Tendría que ponerse de pie y tomar su mano. Sin embargo, él no era más que un empleado y por esa misma razón tenía que quedarse quieto viendo como Taehyung luchaba por no desmoronarse al sentir la mirada distante y fría de Jeon.

—No me interesa lo que piense su hijo —Jungkook siguió de manera tajante, algo oscuro en su voz que fue casi palpable cuando Taehyung levantó sus ojos hacia a él—, con todo respeto. No estoy aquí para conseguir simpatía, de nadie. Entonces, nos retiramos.

Yugyeom sintió la mano de su novio sobre la suya, el ambiente era tan incómodo y por algún motivo sentía que Jungkook estaba actuando de manera extraña, todo él era tensión. Lo que debía ser normal dada las circunstancias, no obstante, no para alguien como Jeon que siempre había mantenido cada emoción bajo control. Era francamente inquietante.

—Buen día —Taehyung susurró, debió ser un susurro. No obstante, vio a Jungkook detenerse y apenas girar su rostro para darle una mirada rápida que no pudo leer, no trató tampoco. Asustaba—. Gracias por venir.

No hubo respuesta, aunque el castaño notó la sonrisa suave de Yugyeom a sus palabras. Y era incluso más doloroso darse cuenta de que ese hombre era sincero, que en él no existía la misma amargura que sí existía en Taehyung.

Tragó. Tragó la necesidad insoportable de no correr tras Jungkook y separar sus manos como si fuese un niño pequeño que odiaba quedarse fuera. Maldita sea, era un adulto ahora aunque seguía sintiéndose el mismo adolescente que solía creer que tendría por siempre a Jeon para protegerlo.

—Así es como luce el amor —Kim Naesang habló poniéndose frente a su hijo, se reflejó en su mirada y su sonrisa se extendió debido a las lágrimas contenidas que percibió—. Así de frágil y cambiante. ¿Lo ves? Ese es el mismo chico que decía amarte, el mismo que acaba de salir junto a alguien más.

Promesa. [Kookv]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora