Cuando Jungkook estaba en la adolescencia creía que podría contra todo, así era como se sentía ser joven. Así se suponía que debía ser.
Pero, entonces lo que conoció y descubrió que no era de esa manera.
—Ponte de pie —Jungkook ordenó a Jiwoon después de golpear su rostro. Alejó su cabello oscuro de sus ojos con enojo para gritar de nuevo—: ¡He dicho que te pongas de pie!
—¡Hijo de puta! ¡Voy a hacer que te expulsen!
Una sonrisa ladeada apareció en el rostro del pelinegro al oír aquello, pese a que no era grande jamás sintió miedo de enfrentarse a esa persona, no después de verlo golpear al chico al otro lado, encogido en su sitio.
—¡Por supuesto! ¿Deberíamos ir a la dirección ahora mismo y explicarles la razón por la que esto empezó? —Jungkook preguntó amando la duda en los ojos ajenos—. Pediré que veamos las cámaras y así podremos verlo. ¿Te parece bien, Jiwoon?
Ojos asustados se levantaron, el rostro del muchacho se volvió incluso más pálido. Miró sobre él, a la cámara que apuntaba a una parte en específico y maldijo en voz baja. No tenía que ser demasiado inteligente para darse cuenta de que Jeon había sido cuidadoso de no ser captado, mientras que él sí. Captado mientras intimidaba a su compañero que seguía en silencio.
—Mira... —susurró tartamudeando un poco antes de darle una mirada rápida a su compañero, al mismo que había golpeado antes—. Lo siento, Kim. No volverá a pasar.
El chico detrás del muro, Kim, con su labio roto asintió demasiado rápido e hizo que Jungkook rodara los ojos por lo fácil que aceptaba una disculpa nada sincera.
—¿Crees que es así de fácil? —El pelinegro cuestionó segundos después, sin embargo, Jiwoon ya había corrido lejos de ahí—. ¡Oye! —Giró con un suspiro atorado en su pecho hacia el castaño, su ceja se arqueó antes de hablarle—. ¿Por qué lo perdonas tan rápido? ¡Mira lo que te hizo!
El cabello castaño del chico estaba algo desarreglado debido a la pelea, pero incluso si era así, Jungkook jamás había creído que un chico de diecisiete años podría lucir tan pulcro y elegante.
—Soy Kim Taehyung —se presentó al fin, no respondió a la pregunta pero estaba sonriendo como si no importara lo que acababa de pasar. Arregló sus lentes más caros que cualquier cosa que el pelinegro hubiese tenido en su vida, y siguió—. ¿Podemos ser amigos?
No era igual a ningún amigo que haya tenido antes, ese muchacho no combinaba con el descuidado uniforme de Jeon, con sus aros en las orejas y mucho menos con su forma de ser. Taehyung, era lindo, y era la primera vez que utilizaba ese adjetivo para un chico.
—Bien.
No sabía la razón tras esa respuesta. Sin embargo, no se arrepentía de esa decisión un año después después, Taehyung permaneció con el pasar del tiempo. Ellos no eran similares, y aún así podían hablar durante horas como si fueran el uno para el otro. Jungkook lo entendió primero, entendió que el castaño le gustaba más allá de un roce de manos, más allá de un abrazo, más allá de un amigo.
Estaba enamorado de Kim Taehyung.
—¡Tae! —Gritó para llamar la atención de quien salía del salón de clases con su mirada baja, sonrió cuando sus ojos se encontraron—. ¡Hola!
El castaño brilló por segundos eternos, dejando su mochila abierta para correr hacia Jeon con torpeza mientras una sonrisa no dejaba su rostro.
Jungkook lo amaba, o al menos así creía que se debía sentir. No obstante, dejando el dulce sabor de su primer amor, no era estúpido y sabía que Taehyung no era igual a él como quería creer. El hecho de que el castaño, aparentemente, correspondía a sus sentimientos no quitaba el hecho de que su ropa costaba más que toda la casa de Jeon.
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Promesa. [Kookv]
Fanfiction-¡Prometiste que me amarías por siempre! -¿Olvidas quién rompió la promesa primero? -¡No la he roto! Yo te amo. -¿Está bien para ti decir eso? -Jungkook rio ignorando las lágrimas cayendo por sus mejillas-. Vas a casarte mañana, maldición.