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Taehyung solía salirse con la suya, la mayor parte del tiempo era dificil decirle que no. Cuando eran adolescentes podría tener una justificación, no en ese momento, sin embargo.

-Es suficiente -Jungkook dictaminó alejando la botella del castaño, hizo frente a la expresión contraria volviéndose molesta y exhaló cansado-. Deja eso ya y vámonos.

Al parecer no fue claro, aunque lo fuera no creía que Taehyung pudiese entenderlo del todo puesto que ya estaba caminando hacia la pista del bar mientras se movía al ritmo de la mala música sonando a todo volumen. Jeon exhaló echándose para atrás en su silla con ansiedad creciendo al ver las miradas que Kim atraía a medida que se movía.

-¡Jungkook! -la voz grave de Taehyung sonó sobre la música, sus pasos se volvían más erráticos de un momento a otro, podría caer, pero no iba pasar. No mientras el pelinegro estuviese ahí-. ¿No vienes?

Fue.

Para regresar al castaño a la mesa donde habían estado desde hace algunas copas atrás. Jungkook masajeó su cien sintiéndose asfixiado. No podía quejarse, sin embargo. No, porque bien pudo irse desde hace varios minutos y no lo hizo. Él no quería dejar al contrario en ese estado, no era correcto. No había más razón que la educación y cortesía aprendida de su madre, nada más que eso.

Por supuesto que no.

-¿Este era tu plan? -Jeon preguntó cuando la música cambió a una más suave, cuando el castaño ya no estaba luchando por irse y en su lugar miraba al rededor somnoliento-. ¿Verte embriagar toda la maldita noche?

-Recordarte que nos amábamos. -Taehyung hipó, una risita estúpida dejó sus labios a medida que levantaba la mirada hacia el contrario-. Ese era el plan inicial.

-No me extraña que haya fracasado.

Se quedaron el silencio, aunque era imposible en un bar a tope como ese. No era uno elegante, Jungkook no lo había llevado a dónde alguien los pudiera reconocer, estaban en un pequeño establecimiento a las afueras de la ciudad. Taehyung se sentía el amante de un prestigioso empresario, el detalle era que ese empresario ni siquiera parecía estar interesado en él.

Maldita sea, debía estar demasiado ebrio para estar haciéndose una novela barata en la cabeza.

-Mi plan ahora es mostrarme como un adulto -continuó Kim con una media sonrisa que era más bien irónica, triste, vacía-. Esto es lo que Taehyung adulto hace, beber hasta olvidarlo todo.

-¿Si? Bueno. Nos vamos.

Taehyung forcejeó al sentir la mano de Jungkook sobre su chaqueta, se atrevió a actuar como un niño inmaduro al darse cuenta de que el día estaba terminado y nada había salido bien. Que los minutos que quedaban eran, quizás, la única posibilidad que tenía de pedir perdón de manera correcta.

Pero seguía ebrio, maldición.

-Un momento más, dame unos pocos minutos más.

Hablaba un ebrio, ese brillo en ojos de Taehyung y su constante mueca de tristeza era causada por el alcohol. Jungkook desvió la mirada hacia donde sea menos al castaño.

-¿Ahora estas negociando el tiempo, Taehyung? -Rio volviendo a mirar a esos ojos desenfocados que de manera extraña ya parecían sobrios-. Papá Kim te enseñó bien. ¿No es así?

El castaño mordió su labio inferior sintiendo su pecho contraerse por el resentimiento palpable en la voz ajena, no tenía que levantar sus ojos para saberlo y aún así se atrevió a hacerlo.

-Mientras aún pueda verte seguiré haciendo todo por mantener esa maldita empresa conmigo. -Tragó cuando los ojos de Jungkook se oscurecieron de manera gradual-. Seguiré intentando conservar a la empresa Kim, si es la manera de seguir sabiendo de ti.

Promesa. [Kookv]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora