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No era una broma después de todo, era verdad. Jungkook deseaba averiguar de dónde había salido el dinero para realizar el pago, tenía que hacerlo. Sin embargo, en ese preciso instante lo único que hizo fue sonreír aparentando que la rabia creciendo dentro no existía.

—No entiendo a qué se debe el placer de su presencia —pronunció odiando ver la sonrisa contraria extendiéndose—, lamento tanto no poder recibirlo como debiera. Pero tengo que salir, así que, mi abogado estará feliz de atenderlo.

Intentó pasar de largo, mas cuando lo hizo no pudo evitar tensarse por el agarre en su brazo. Jeon miró la mano contraria y su mandíbula se apretó antes de que enfrentara a Kim Naesang.

—No te quitaré mucho tiempo —el mayor sonrió como si no pudiera hacer otra cosa. Estaba encantado, Kim Naesang estaba de verdad satisfecho por la expresión sombría del pelinegro—. Me gusta hacer las cosas bien, creí que sería buena idea venir por mí mismo.

Restregar el dinero, en todo caso. Jungkook ya no estaba intentando sonreír o ser cordial, el control que había estado satisfecho de mantener durante la pasada reunión se vino abajo en segundos debido al cheque que ese hombre extendía hacia su abogado.

—¿Cree que es suficiente, señor Kim? —Jungkook preguntó con ojos agudos buscando respuestas verdaderas, no las encontró. No encontró más que una expresión calmada que era malditamente envidiable—, espero que no esté pensándolo.

—No. —Naesang caminó lentamente hasta que estuvo frente a Jungkook, frente a ese rostro lleno de rencor que era enmascarado con determinación. Inquietante y tonto a su parecer—. Claro que no es suficiente, Jeon. Pero vamos a hacerlo divertido.

El ceño de Jungkook se frunció; la diversión no tendría porqué entrar en la ecuación. Él, definitivamente, no quería reírse. Dio algunos pasos hacia atrás, asqueado por el solo hecho de estar respirando el mismo aire de ese hombre.

Cómo odiaba sentir que pese a todo, no tenía el control aún.

—Tiene un sentido de la diversión interesante, señor Kim. —Sus manos fueron a sus bolsillos buscando la estabilidad que perdió al ver la seguridad ajena, se volvió unos segundos a su abogado y dijo—: realice todo el papeleo del pago, por favor.

—Si, joven.

—Y trate a nuestro invitado muy bien —pidió Jungkook dándole una media sonrisa a Naesang. Arregló su traje antes de pasar de Kim, por fin, pero antes de irse habló—: ¿Debería esconder las llaves de mi oficina? Quizá tenga a alguien intentando entrar y conseguir información. Como en los viejos tiempos, ¿no?

Una risa se oyó después de algunos segundos, Naesang reía sin girar para enfrentar la acusación implícita. En su lugar caminó hasta quedar frente al ventanal del pasillo donde estaban y miró de manera distraída.

—¿Ves a mi hijo por aquí? —preguntó Kim haciendo que el pelinegro frunciera el ceño, confusión en su rostro que podía ver, únicamente, gracias al reflejo del cristal. Divertido, por supuesto que era divertido—. Él no tiene que hacer cosas de niños ahora. Tiene tareas más serias que esa, Jungkook.

Debía irse, maldita sea, no debería importar. Solo que Jeon ya estaba caminando hasta ese hombre para preguntar:

—¿Qué quieres decir con eso?, ¿qué...?

—¿Por qué tan serio? —Naesang estaba riendo, giró para ver mejor la expresión distorsionada por el desconcierto y la inquietud mal disimulada—. Pensé que estábamos bromeando.

—Debido a que yo suelo bromear con usted, ¿no, señor Naesang?

No esperó nada más, no tenía qué esperar de todas maneras. Jungkook se sintió asfixiado, su cabeza buscando la respuesta al dinero que ya aparecía depositado en la cuenta de la empresa. Incluso cuando conducía para encontrarse con Yugyeom fuera de la agencia de modelaje, su mente todavía no estaba ahí, no podía por alguna razón.

Promesa. [Kookv]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora