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Tenía todo planeado, él sabía que paso debía seguir cada día. Su vida estaba trazada desde que nació y trataba de permanecer siempre apegado a las reglas. Sin embargo, las reglas no parecían importar demasiado una vez que recordaba la existencia de esa persona. Una vez que entendía que no había sido solo parte de su imaginación.

Que pese a que ya había pasado más de una semana desde que volvió a verlo, todo seguía en su mente.

Taehyung observó el reloj de pared, o fingió hacerlo, puesto que no entendía si realmente era tan tarde ya. Cerró sus ojos intentando imaginar una mirada diferente, pero nada vino a su cabeza. Él no tenía tanta imaginación para crear algo a más de la indiferencia que obtuvo días atrás.

—¡Taehyung, es suficiente! —se oyó desde fuera, el castaño desvió si atención a la puerta cerrada con detenimiento, como si no entendiera—. ¡Ábreme, maldición!

Una maldición de parte de su amigo significaba peligro, o miles de preguntas que no estaba listo para responder. Entonces, se puso de pie y caminó hasta la puerta para abrirla, y apenas los hizo ojos pequeños lo miraron con atención, sonrió en respuesta antes de preguntar:

—¿Por qué estas gritando tanto?

Park Jimin movió su cuello con cansancio, él era mayor por algunos meses y eso lo hacía sentirse responsable de la persona frente a él, eso y su amistad de años. Despeinó su cabello oscuro en busca de palabras suaves y pacientes.

—¿Es en serio, Kim? —Preguntó con una ceja arqueada—. ¿Desde cuándo te saltas las reuniones? Tu novia ha estado preguntando.

Sí, ella era parte de su muy planeado proyecto de vida.

—Estoy bien. —Taehyung escondió sus manos en el bolsillo de su costoso traje de diseñador mientras se apoyaba en la pared junto a la ventana para seguir mintiendo—: demasiado bien, Jimin. Solo dando un pequeño respiro.

Una bocanada de aire, más bien. Miró al piso y sonrió como si fuese gracioso, como si una promesa no estuviese apareciendo en su memoria, como si no estuviese temblando ya que, de todo lo bueno que había en sus recuerdos, Jungkook mirándolo con rencor, era el más fresco.

—Sabes que puedes hablar conmigo de lo que sea. —Jimin se acercó al contrario despacio, cuando lo miró había algo que no podía descifrar—. Háblame.

¿Hablarle de qué? Taehyung no tenía qué decir, sinceramente. O solo sentía vergüenza de contar en voz alta todo lo que había hecho.

—No tengo nada que decir, Park. Estoy bien.

—Si es por la empresa —Jimin tanteó, quería creer que era eso, pero su mejor amigo no parecía siquiera estar interesado en saber como iba todo últimamente—, sabes que tu padre ya debe tener todo arreglado.

Por supuesto, Kim Naesang no esperaría demasiado para decirle a su hijo y su heredero, lo que tendría que hacer.

—¿No habrán frases despectivas hoy?

—No. —Jimin medio sonrió—. Pero, espero haber establecido mi genuino repudio hacia su persona.

Hacia Kim Naesang, quería decir. Jimin exhaló antes de poner su mano sobre el hombro del contrario, buscando sus ojos unos segundos.

—¿Algo que decir? —Taehyung cuestionó.

—Tu novia está preocupada. —Notó el momento en el que la tensión apareció en su mejor amigo, esa misma tensión que solía venir cada vez que ella aparecía—. Deberías hablarle.

Eventualmente, apenas dejara de sentirse perdido.

—¿Dónde está, papá? —Taehyung se irguió antes de caminar hasta su celular olvidado en el escritorio, al encenderlo miles de notificaciones brillaron—. Mierda.

Promesa. [Kookv]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora